MÚSICA LITÚRGICA |
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MISA MOZÁRABE
Duración aproximada: 25' 09" |
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Ficha
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I. MISA MOZÁRABE (Fragmento del texto introductorio sobre el rito hispano-mozárabe) [...] La Misa que presentamos es la común de una virgen y de una virgen y mártir. Sus caracteristicas son las comunes del rito mozárabe. Y al ser Misa del común puede considerarse de la época visigótico-mozárabe. Los sentimientos son efusivos y cordiales, y los paralelismos ingeniosos. En la oración «Después del Sanctus» se juega con las ideas de pudor y de fuerza, pudor de virgen, fuerza de mártir, pudor oculto y y vigor público. Las melodías del propio de esta Misa son muy típicas y frecuentes en los cantorales empleados en la Capilla Mozárabe de la Catedral de Toledo. Sin embargo, son de sabor posterior a la época mozárabe. Entre los cantos del ordinario destacan por su ambiente ingenuo y primitivo, aunque inspirados, los recitados de los elípticos con el diálogo entre celebrante, diácono y coro, el Credo, Pater Noster y embolismo, y el Gustate o cántico de Comunión. Permitasenos formular el deseo sincero de que esta grabación pueda servir para que muchos españoles descubran ese tesoro escondido que en la Liturgia Mozárabe nos legaron nuestros legitimos antepasados. Gonzalo del Cerro. Canónigo de la S.I.C.P. de Toledo II. ANOTACIONES SOBRE NUESTRA VERSIÓN DEL CANTO MOZÁRABE. Ahora cuando la Iglesia, en la Constitución Conciliar sobre Liturgia del Vaticano II, ha reconocido la virtualidad de la música aut�ctona de cada país para expresar y fomentar los sentimientos religiosos del pueblo, es muy oportuno desempolvar y traer al plano de la actualidad las antiguas melodías mozárabes, expresión auténtica de las más profundas esencias piadosas de nuestra estirpe, concreción -podráamos decir-del atavismo cristiano tan característico de la raza hispana. No es que nosotros nos hayamos propuesto una tarea litúrgica y sagrada al preparar esta versión del acto litúrgico por excelencia, que es la misa. Nuestro propósito tiene una finalidad primeramente artística: pretendemos ofrecer con el mayor relieve posible la belleza, el encanto, la emoción que palpita: en estas melodías de tan arcaica y pura resonancia, para deleite de los espíritus. Pero bien será advertir que la música compuesta para acompañar un texto literario no será artística sino en cuanto se acomoda y traduce y realza el contenido ideológico del texto, de modo que, al destacar el valor musical de este canto, se enaltece también el contenido sentimental, piadoso y litúrgico de la obra, con todas sus repercusiones saludables en el orden religioso y moral. Y viceversa: la excelencia y sublimidad del asunto infunde a la música su aliento, haciéndola participar de su misma sublimidad y excelencia; y bien se puede asegurar que nunca la música alcanzar� más altas cumbres que cuando logre sumar a la gracia y al misterio, propios del arte sonoro, el misterio y la gracia infinitos del texto divinamente revelado y de los ritos milenarios enr�quec�dos con adherencias espirituales de mil generaciones creyentes. Por esto esperamos que nuestra versión de la Misa Mozárabe resulte igualmente interesante para el público filarménico que para el piadoso y eclesiástico. Origen Tampoco es nuestra labor de paleógrafos, enamorados del documento y afanosos de hallar la traducción auténtica de estas melodías venerables por tantos motivos. Deseando beber en las más puras fuentes -eso s�-, hemos ido a buscar en Toledo, emporio de la tradición mozarábiga, y en la Capilla del Corpus Christi, centro perenne del culto mozárabe consagrado por la Iglesia y confirmado por la historia multisecular, la versión de los cantos, que día tras día y siglo tras siglo han sincronizado las ceremonias de este rito, adulterados quizá con el roce del tiempo, pero prestigiados en cambio con resonancias de indiscutible valor local, nacional y racial. Es buena lástima que no se haya llegado todavía a descifrar la grafía del Antifonario de León (siglo X), ni de los demás códices del X y XI siglos, donde se conserva, sin duda, la tradición más pura de nuestra liturgia «Será en verdad su escritura quiron�mica, como algunos han sugerido, es decir: una simple indicación de los movimientos de la mano con que el director de coro conducía la interpretación, que de memoria y por tradición oral realizaban los cantores?>«Serán anotaciones discont�nuas de los g�ros melédicos, utilizadas como apoyo circunstancial de la memoria del coro, como piensan otros? Lo cierto es que esos documentos de mayor garantía de autenticidad son hasta el presente indescifrables. La versión que se utiliza está basada en los libros corales transcritos por encargo del Cardenal Cisneros en el siglo XVI y de otros cantorales de época posterior, utilizados en el servicio coral, que ininterrumpidamente se ha venido celebrando en aquella Capilla Mozárabe, única autorizada por Roma para perpetuar, con el respeto que se merece, tan venerable rito. Vicisitudes Posiblemente, si en la creación del repertorio se dieron influencias bizantinas y ambrosianas, en una mutua y natural endósmosis de ritos coetáneos, a lo largo de los siglos de coexistencia con la liturgia romana, y sobre todo en el trance de la Refonna -que esto fue la obra de Cisneros, más bien una restauración. verificada en el siglo XVI, bien puede admitirse una acomodación de melodías y retoques de. origen gregoriano, hasta imprimir un paralelismo evolutivo a estos dos géneros musicales, hermanados en su cronología, en su servicio eclesiástico y en sus vicisitudes históricas. Es indudable que la restauración del canto gregoriano, realizada últimamente por san Pío X, y la sistematización modal, r�tmica e interpretativa del canto romano se ha aplicado inmediatamente a estas melodías, sin escrúpulos d�scriminatorios; cosa que bien ha podido repetirse muchas veces a lo largo del milenio de coexistencia de ambos ritos. Parece indudable, asimismo, que algunas de estas melodías no fueron compuestas para estos textos, sino tomadas de otros cantos y adaptadas no muy felizmente siempre. Así la melodía, que damos en quinto lugar (Sicut turris) con breve texto bíblico y abundantes pasajes melismáticos, parece por su estructura y ritmo, así como por su misma reiteración -llega a repetirse hasta seis veces consecutivas una misma frase, r�tmica y gozosa-, parece más bien haberse compuesto para un himno con seis estrofas sim�tricas «Será composición del famoso h�mnografo Pedro, Diácono de Toledo en el siglo VII, o del �veteranus melodicus», Vicario Capitular en los dias de la invasión árabe y más tarde Arzobispo de la misma iglesia, de los cuales nos hablan las crúnicas? No es imposible. En todo caso, las melodías son bellas, piadosas y características de aquellas remotas edades. tan dignas de estimación por sus valores estáticos como por su significación histórica y por su sabor y unción litúrgica. Armonización Sabido es que, tanto por su origen como por su naturaleza y primitiva interpretación, estos cantos son esencialmente homófonos, compuestos para ser interpretados sin armonización, ya que la armonía nació siglos después «Será procedente dar aquí la versión pura de estas melodías en su primitiva desnudez? Hemos pensado que esa pureza documental, preferible tal vez para algunos, muy pocos, estudiosos, resultar�. inexpresiva y pobre para todos los demás. Lo que importa es transmitir aquel mismo mensaje estático y sagrado a nuestros contemporáneos del modo, más convincente y eficaz, decirles aquello mismo, despertar en los espíritus de hoy sugerencias y emociones semejantes a las que estas mismas melodías despertaban en los ánimos de ayer; y esta finalidad, si puede alcanzarse en sensibilidades de arqueólogos o especialistas con la pura expresión documental, para el público culto en general no se lograr� con el idioma musical de épocas remotas, hoy lengua muerta e inexpresiva, sino más bien con el léxico musical contempor�neo y con sus recursos evocadores de estilos y ambientes pretéritos. La Iglesia nos da ejemplo, cuando ha decidido últimamente traducir sus textos y ritos, hasta hoy mantenidos en su yerat�smo inmutable, para darlos a la generación presente en idiomas vivos y expresiones artísticas acomodadas a estos tiempos y lugares. Así la vaguedad modal propia de este género será más perceptible y emotiva acompañada del atonalismo arménico de nuestro tiempo. Conviene notar que nos hallamos igualmente distantes de la tonalidad clásica: mientras ellos caminaban hacia la precisión tonal, que no cristalizó hasta varios siglos después, nosotros corremos alejándonos de la estrechez del formulismo tonal clásico, después de haber agotado sus limitados recursos de variedad; podráamos decir que nos hallamos en la misma latitud, aunque en hemisferios opuestos. Y en consecuencia, evitando sucesiones clasificadas y cadencias escolásticas, con agregaciones armúnicas de calculada acritud y tenues cabrilleos de disonancias atonales, esperamos conseguir mejor la evocación arcaica y revestir las melodías medievales con un ropaje arménico en consonancia con su originaria inspiración. P. RaméntGonzález Barr�n |