3.
LA LITURGIA DE LA PALABRA
33. Antes de iniciar la
Liturgia de la Palabra, el sacerdote besa el altar y
saluda a los fieles diciendo Dominus sit semper
vobiscum.
El pueblo responde: Et cum
spiritu
tuo.
Cuando se omiten el Prælegendum, el Gloria
in
excelsis
y la oración Post Gloriam
en las misas feriales y en las de los domingos de
Cuaresma, la celebración se inicia con este saludo que
el sacerdote dirige a la asamblea.
34. La Liturgia de la
Palabra comprende habitualmente tres lecturas: Prophetia,
Apostolus
y Evangelium.
Durante la Cuaresma las lecturas son cuatro: la de los
profetas es sustituida por una de los libros sapienciales
y una de los libros históricos del Antiguo Testamento.
Durante el Tiempo Pascual, la lectura profética puede
ser sustituida por perícopas del Apocalipsis. La segunda
lectura está tomada de los Hechos de los Apóstoles.
35.
después de la lectura profética o, en su lugar, de la
lectura histórica, se canta el Psallendum,
análogo por su función y su estructura al Graduale
romano y al Psalmellus
ambrosiano.
San Isidoro atribuye a san Leandro la composición de
un repertorio de psallenda.
36. En los miércoles y
viernes de las cinco primeras semanas de Cuaresma, los Threni
ocupan el lugar del Psallendum.
Los Threni expresan en
tono dramático la penitencia de la Iglesia y los
sufrimientos de Cristo en su Pasión. Sus textos están
elaborados sobre varios pasajes de las Lamentaciones y de
los libros de Job y de Isaías.
37. En las solemnidades
de Mártires, después del Psallendum, se puede
leer, como se hacía en la antig¨edad, la parte
conclusiva de la pasión del mártir. Se cantan a
continuación las Benedictiones
(fragmento del cántico de Daniel).
38. La Liturgia de la
Palabra se concluye con el canto aleluy�tico llamado Laudes.
Se interpreta después del Evangelio, y no antes;
después de la homilía, si ésta tiene lugar.
En las misas cuaresmales, los Laudes no
llevan aleluya.
4. DEL CANTO OFERTOR1AL AL
SIGNO DE LA PAZ
a) El
«Sacrificium»
39. Durante la procesión
de los fieles al altar para presentar sus oblaciones y
mientras los ministros preparan el pan y el vino y los
colocan sobre el altar, el coro canta el Sacrificium.
El Sacrificium
corresponde por su función al canto que el rito romano
llama Offertorium
y el rito ambrosiano, Offerenda. De hecho
san Isidoro trataba del mismo todavía bajo el nombre de Offertorium.
40. Una extraordinaria
pieza musical de la escuela ambrosiana, Precatus est Moyses, que
fue incluida tambión en el repertorio romano, pudo haber
constituido el prototipo del nuevo género de ofertorios
que se desarroll� ampliamente en el ámbito del rito
hispánico.
Justifican el nuevo título de Sacrificium
los textos del repertorio que describen sacrificios
ofrecidos por personajes bíblicos, en fases sucesivas de
la Historia Sacra, los que tratan del altar y del
servicio cultual en el templo, los que evocan la
liturgia celeste que se celebra ante el Cordero inmolado.
41. Entre todos los
cantos de la Misa hispánica, el Sacrificium
era sin duda el más extenso, y al que, desde el primer
momento, se otorgó mayor importancia, en cuanto pieza
musical. Sobrepasaba ciertamente el espacio de tiempo
necesario para la función ritual que cubr�a.
Con su grandiosidad, el canto se imponía deteniendo
la acción. Dentro de la pausa de reflexión que
necesariamente creaba, y sobre las verdades concretas que
la Liturgia de la Palabra había traído consigo, el Sacrificium
proyectaba sus temas constantes, de alcance más general:
la Historia de la Salvación, el culto de adoración al
único y verdadero Dios; y preparaba el implícito
reconocimiento de la inmolación de Cristo, actualizada
en la Eucaristía, como término y cumbre de todos los
sacrificios.
b) La «Oratio
Admonitionis»
42. Seguidamente, el
sacerdote pronuncia la Oratio Admonitionis,
texto eucológico dirigido a la asamblea.
La liturgia galicana le da el nombre de Prfatio. Desde
este momento, la estructura de la Misa galicana casi se
identifica con la de la Misa hispánica.
43. La nomenclatura
hispánica define el texto en cuanto alocución dirigida
al pueblo. El título galicano indica que el texto está
destinado a preparar lo que seguir� después.
En el ámbito del rito galicano se había adoptado
sistemáticamente la correspondencia entre Prfatio y Collectio.
La Prfatio
se dirige a la asamblea proponiendo los motivos de la
oración común, para sintonizar elánimode los fieles
en una misma aspiración, y luego, en la collectio, tal
aspiración se formula en forma de plegaria dirigida a
Dios.
Un ejemplo raro, pero perfecto, de ese método,
aplicado ya anteriormente en la liturgia romana del siglo
V, lo constituyen las Orationes Sollemnes
del Viernes Santo.
Por lo tanto, la función de la Prfatio
- Oratio
Admonitionis
es la de preparar la asamblea a ejercer el don de la
oración en la gran plegaria universal que va a comenzar.
44. La temática reunida
en los formularios de la Oratio Admonitionis
es inmensa. Se extrae de los motivos de la fiesta o del
tiempo litúrgico. Sólo en los domingos de Cuaresma se
refiere concretamente al Evangelio que ha sido leído en
la Liturgia de la Palabra.
En los domingos del tiempo ordinario, trata
específicamente de la plegaria; da instrucciones sobre
el modo de orar; exhorta a la compunción y a la humildad
para que la oración sea pura y eficaz.
45.
Como se trata de un texto eucológico, el pueblo responde
Amén. Luego el sacerdote añade una conclusión
doxológica, a la que de nuevo el pueblo responde Amén.
Y así se hará en la mayor parte de las oraciones que
seguirán.
Con un Amén.se sellaba ya la conclusión de cada una
de las lecturas de la Liturgia de la Palabra. Con un
Amén.se manifestar� la adhesión a cada una de las
peticiones del Padrenuestro, y se aceptará con esperanza
el buen deseo que expresa cada uno de los tres miembros
de la bendición (Cf. nn. 131 y 136). Con la respuesta
Amén.se profesar� obediencia al mandato institucional
de Cristo (Cf. n. 93), y se expresará la adhesión de fe
a la interpretación de san Pablo sobre el signo
eucarítico (Cf. n. 94).
Ese Amén.casi incesante de la asamblea constituye uno
de los signos externos más evidentes que caracterizan
las celebraciones según el rito hispánico, tanto en la
Misa, como en el oficio y en la administración de los
sacramentos. Podría haberlo heredado de la tradición
alejandrina, en donde se produce un fenómeno semejante.
c) Los Dípticos
46. Con la exhortación
sacerdotal Oremus, y la
aclamación de la asamblea, en griego y en latín, Hagios,
Hagios,
Hagios,
Domine
Deus,
Rex
�terne,
tibi
laudes
et
gratias,
se entra ya en la recitación de los dípticos.
En la Misa hispánica, la invitación Oremus
está reservada a este momento de la gran oración
eclesial y al de la proclamación del Padrenuestro.
47. De un elemento
universal y antiquísimo de la celebración eucarítica,
la plegaria litúnica de intercesión por las necesidades
de la Iglesia y de la humanidad, se formaron los
dípticos. La aparición de los dípticos coincide
históricamente con la composición escrita de las
primeras anáforas, en el siglo III.
48. En los dípticos, la
súplica de intercesión se convierte en expresión de
comunión de fe y de caridad con toda la Iglesia, con la
jerarquía eclesiástica, con el pueblo de Dios, con los
Santos: comunión de sufragio con los difuntos. Algunas
de las anáforas orientales incluyen el díptico de
comunión con los Padres que intervinieron en los
concilios ecuménicos.
No faltan, sin embargo, entre los dípticos,
peticiones por algunas necesidades de orden temporal: los
enfermos, los cautivos o encarcelados, los que van de
viaje. Algunas anáforas alejandrinas incluyen un
díptico que pide que las periúdicas inundaciones de las
riberas del Nilo no sean escasas ni excesivas.
49. La mayoría de los
ritos orientales conservan, además de los dípticos, la
forma primitiva de intercesión litúnica; y es que los
dípticos son considerados parte integrante de la
anáfora.
En las anáforas de tipo antioqueno, los dípticos se
encuentran al final de la plegaria eucarítica. Las de
tipo alejandrino generalmente colocan las intercesiones
entre el prefacio y el resto de la Plegaria Eucarítica.
Las liturgias galicana e hispánica se caracterizan por
la colocación de los dípticos entre el ofertorio y el
signo de la paz que, como en casi todas las liturgias,
precede inmediatamente al prefacio.
50.
Una de las versiones más arcaicas que se han conservado
de los dípticos es precisamente la de la tradición B
del rito hispánico. El uso de palabras y expresiones
típicas del latín cristiano de un período muy
determinado y resonancias de los mismos en las cartas de
san Cipriano de Cartago y en las actas del martirio de
san Fructuoso de Tarragona indicarían su procedencia de
las iglesias del África latina, y acreditarán además
su uso en España durante el mismo siglo III.
En los dos primeros dípticos, el de la Iglesia
universal y el de la jerarquía eclesiástica, se puede
reconocer una composición literaria muy rudimentaria:
cada uno de los dípticos resultar�. de la fusión de
dos peticiones de la antigua letanía.
51. Cuando, en el siglo
VI, se llegó a la estructuración definitiva de la Misa
hispánica, se tenía plena conciencia de la antig¨edad
y venerabilidad de esa serie de dípticos. Los textos de
nueva invención servirán para acompañar y mantener en
el lugar eminente que le corresponde esa sagrada reliquia
de la tradición.
El díptico de comunión con la Iglesia universal
queda destacado, en primer lugar. Entre éste y los
demás, se coloca una segunda oración propia, variable,
dirigida a Dios, denominada con los términos genéricos
de Alia,
en el rito hispánico, y de Collectio, en el
rito galicano.
d) La oración
«Alia»
52. La oración Alia
asume, en parte, y amplía la función de la oración Super Oblata
romana, que a mediados del siglo V había representado
una innovación sin precedentes.
En la oración hispánica, tambión se pide a Dios que
acepte los dones de la Iglesia, el pan y el vino
preparados sobre el altar, y lo que en ellos se quiere
significar; es decir, la sumisión de la comunidad
cristiana a la acción santificante de Dios. Pero trata
además de la plegaria, y lo hace sistemáticamente. Se
refiere al acto de la recitación de los dípticos y a la
efectiva oración que su enunciado suscita en la mente de
los fieles.
53. La oración Alia
se concluye con una fórmula de enlace que introduce el
díptico de la jerarquía eclesiástica y de la comunidad
cristiana allí presente, la memoria de los Santos y el
sufragio por los difuntos.
Para que esta parte de la celebración alcanzara el
mayor grado de expresividad, el enunciado de los
dípticos debería ser confiado al diácono o a un
sacerdote concelebrante.
e)La oración «Post
Nomina»
54.
A la recitación de los dípticos sigue una tercera
oración variable, llamada Post Nomina, que
lleva tambión su fórmula de conclusión. El título de Post
Nomina es común a las liturgias galicana e
hispánica.
Post
Nomina equivale a «Después de los
dípticos», definiendo los dípticos por su contenido.
Se refiere, no sólo a los que han sido mencionados
nominalmente, los Santos, los difuntos, el Papa, los
obispos, sino tambión las personas, de las que se ha
hecho memoria en cuanto enfermos, prisioneros,
peregrinos, miembros de la asamblea allí presentes o de
otras iglesias.
El texto de la oración Post Nomina relaciona
a menudo la proclamación de los nombres en la plegaria
común y la inscripción, en el cielo, de los mismos
nombres en el libro de la vida.
f) Signo de la paz
55.
La cuarta oración variable, llamada Ad
Pacem, con su propia fórmula de enlace Quia
tu es vera pax nostra, la bendición
trinitaria Gratia Dei Patris omnipotentis,
la monición diaconal invitando a los fieles a
comunicarse entre ellos el signo de la paz y el canto Pacem
meam do vobis forman la última fase de esta
parte de la Misa hispánica, que media entre la Liturgia
de la Palabra y la Plegaria Eucarítica.
56.
Con la temática fundamental de la oración Alia, se
había logrado unir dos elementos tan heterogéneos como
el ofertorio y los dípticos.
No fue necesario recurrir a medio alguno esta vez para
que el rito de la Paz apareciera como un signo manifiesto
de la comunión eclesial que se había profesado. La
prosecución inalterada de un sistema en el que se
suceden, con ritmo vivaz y tranquilo, las oraciones del
sacerdote, las intervenciones diaconales y la adhesión
del pueblo en sus respuestas, contribuye sin duda a que
no se advierta solución de continuidad entre los
dípticos y la paz.
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