TEXTOS LITÚRGICOS
RITO HISPANO-MOZÁRABE
Pasionario |
PASIONARIO HISPÁNICO (1) V�CTOR DE CEREZO 1. Pasión del santo y bienaventurado mártir Víctor que sufrió
martirio el día veintiséis de Agosto2.
2. Gratos y propiciatorios ante Dios son los deseos de los creyentes, cuando mediante el relato veraz consiguen que no se oculten al conocimiento de muchos los triunfos y victorias ilustres de los santos mártires. En efecto, la pret�rita antig¨edad borr� e incluso la loca envidia de los perseguidores dej� en el olvido las gestas de algunos santos. Pero como el poder divino, al que jamás puede sustraerse ni ocultarse nada, hace que queden grabadas y guardadas no en la tinta ni en la pluma, sino en las limpias conciencias las gestas ilustres de sus nobles hijos, lo que conocemos gracias a la pía narración de personas honradas, lo contamos con palabra amable al sentimiento cristiano. 3. Tendr�n una gran recompensa los oyentes, cuya fe no ponga la menor duda en estas palabras: que el mártir Víctor glorioso y digno de alabanza nació para llegar, como fuera, a esta ambicionada corona por la fe en el santo nombre de Dios. Y al pueblo y gentes, que nos precedieron y asistieron a su pasión, les proporcion� un gran regocijo y a nosotros, que narramos estos hechos memorables, vemos que nos ha aportado el mayor gozo y extraordinaria alegría. ¿Quén, pues, con ansia incontenible no desbordar� de júbilo, porque tan triunfal alegría ha venido a causa de los elegidos de Dios, es decir, los mártires, de suerte que pisoteando la muerte y venciendo al mundo llegaron a perpetuar hasta la posteridad la palma y la corona de su martirio? 4. Vivía en la ciudad de Cerezo3 San Víctor que llevaba impreso en su nombre el combate, la constancia y la perseverancia. Conservó con todas sus fuerzas la fe en Dios, de tal modo que no se apart� de ella, sino que la llev� consigo hasta el cielo, pura e intacta. Así pues, como hubiese sido llamado por un benévolo impulso del omnipotente Dios a causa de su fe y de su justicia y, por don de la misma piedad de Dios, hubiese acudido prontamente deseando cumplir lo que ha dicho Dios, autor y creador del mundo: que confesaría ante el Padre a los que le confesaran, pero que negaría a los que le negaran, dijo: «Vayamos y rompamos esta luz terrena, llena y rodeada de tinieblas, abracemos esta moment�nea muerte, por medio de la cual se llega mejor a la vida eterna. Rehusemos los bienes de la propia naturaleza para alcanzar el premio celestial de la luz eterna. Quienes abrazamos la confesión y la fe del magisterio de Dios, marchemos por sus caminos, como corresponde. Sólo a Dios debemos adorar y venerar, sólo honrarlo a Él, que nos ha dado la vida en este mundo y tras la muerte nos dar� la bienaventuranza eterna. Pero nuestro ánimo debe estar dispuesto ante cualquier castigo que el Enemigo nos inflija». 5. «Para qué añadir más? Sucedió entonces que el santo mártir a causa de una odiosa sentencia fue conducido al tormento. Y al ser llevado a recibir el premio merecido de la corona, dos oficiales que volvían de la frontera se encontraron con Él. Uno de ellos con voz clara dijo: «¡Con qué canalla nos encontramos!». El compañero le respondió: «Debes llamarlo inocente o acusado de un falso crimen y sin duda bueno a ese canalla». Inmediatamente San Víctor les habl� de este modo: �Tú ser�s, sin duda, ascendido a mayor graduación; éste, en cambio, las pagaré con su cabeza. No obstante, decid a vuestro gobernador que ordene que yo sea crucificado y Él sanar� inmediatamente de la gota». 6. Cuando llegaron ante el juez y conoció lo que había acontecido por la lectura de lo escrito, a aquel maldiciente, que había prorrumpido en ofensas contra el mártir, ordenó meterlo en la cárcel para castigarlo. Al otro, en cambio, lo nombr� decurión, para que las palabras de San Víctor se cumplieran. De acuerdo con su súplica, mandí que fuera clavado en una cruz e inmediatamente el gobernador de la provincia, que por padecer de gota era llevado por unos jóvenes en una litera al tribunal, salió andando por sus propios pies hasta el pretorio. 7. Pero tampoco debe ser silenciado este rasgo encomiable de la valentía del santo: Cuando el glorioso Víctor estaba colgado en la deseada cruz, habiendo recibido en sus manos extendidas los clavos a través de sus heridas, y teniendo ya un pie atravesado por un clavo, como se hubiera curvado al meterlo en el otro pie, ante la demora y confusión del verdugo, se produjo la sorpresa de alguien y en seguida San Víctor con la misma actitud de siempre dijo al verdugo: «¿Qué? �cre�ste que me atormentabas con esta clase de tortura, siendo así que yo no siento ningún tormento ni dolor? Arranca el clavo ese, que al doblarse su punta no pudo penetrar en los huesos». Tras arrancarlo con grande y enérgico esfuerzo, al verlo curvo lo enderezó inmediatamente y de nuevo lo hizo pasar por el agujero, por donde había sido clavado. 8. Era sábado cuando San Víctor fue colgado en la cruz, por lo que una muchedumbre innumerable de judíos había concurrido allá, como a un espectáculo. Y como entre aquella turba un malvado, ensañándose brutalmente, lo insultara en la cruz con tal violencia y acritud que además de los insultos hurgaba con una caía de punta hendida en su santo pecho e intentaba arrancar algunos pelos dando vueltas y haciendo girar la caña, y como ni el dolor ni la ira movieran al santo a rechazar la ofensa, por una inspiración divina fue, sin embargo, advertido o más bien impulsado a imped�rsela, para que se manifestaran los signos del cielo en el elegido y santo mártir. 9. San Víctor se dirigió al judío, que le provocaba, con estas palabras: �Tú -le dijo- que has manchado y profanado el sábado, que presumes observar religiosamente, puesto que contra la norma acostumbrada has salido fuera de los muros de la ciudad, s�belo bien y entérate que no podrás entrar por la puerta, por la que saliste a injuriarme». La muerte de aquel malvado acompa�� a estas santas palabras. En efecto, atacado de repente, quedó paralizado y enmudecido, con la lengua sin poder articular, envueltos los ojos en tinieblas; sus pasos sólo fueron firmes y sólidos para, perdiendo el hálito vital, poder transportar sus miembros, por así decir, muertos y el propio cadáver hasta el lugar destinado. Finalmente, cuando se aproximaba el miserable a los muros y a la puerta, cayá al punto y sus miembros se descompusieron, de tal manera que no parecía haber muerto en aquel momento, sino en aquíl, en el que la muerte le había sido anunciada por el santo. Así pues, al ser tocado por sus compañeros, no pudieron hallar ninguna pulsación en sus venas, ningún calor en sus miembros, ningún hálito en su cuerpo ni en la punta de las uñas procedente de lo profundo de las entrañas, como suele suceder, sino que, abatido por el espíritu malo, sus miembros helados se descompusieron tan de repente, que se crey� que había sobrevenido el castigo del cielo en venganza del santo mártir antes que la muerte natural. 10. Hombre tan santo y tan grande, seguro en su integridad y en su fe, amante de la verdad, cultivador de la castidad y la justicia, al morir, pisoteando al mundo, consiguió la palma del martirio y no perdiendo su vida, sino más bien ganándola, puso su espíritu en las manos de Dios y mereció ser contado entre sus hijos. A este admirable y magnífico combate y corona celestial se ha añadido el premio adecuado de que en este día, en que derram� su sangre para proclamar la gloria de Dios, se ofrezcan con alegría sobre el altar santo las primicias de la divina sangre del Hijo de Dios omnipotente como bebida del pueblo fiel y se celebre el aniversario de un mártir tan extraordinario con toda solemnidad y alegría en la Trinidad de la gloria de Dios, que hizo a sus mártires ser siempre vencedores en la paz 4. 11. A Él la gloria, el imperio y el poder por los siglos de
los siglos. 1 Riesco
Checa, Pilar, Pasionario Hispánico. Ed.
Universidad de Sevilla. Sevilla, 1995, pp 273-279. |