CATECISMO
DE LA IGLESIA CATÓLICA. ARTÍCULO 2 DIVERSIDAD
LITÚRGICA Y UNIDAD DEL MISTERIO
Tradiciones litúrgicas y catolicidad de la
Iglesia
1200 Desde la primera comunidad de
Jerusalén hasta la Parusía, las Iglesias de Dios,
fieles a la fe apostólica, celebran en todo lugar el
mismo Misterio pascual. El Misterio celebrado en la
liturgia es uno, pero las formas de su celebración son
diversas.
1201 La riqueza insondable del
Misterio de Cristo es tal que ninguna tradición
litúrgica puede agotar su expresión. La historia del
nacimiento y del desarrollo de estos ritos testimonia una
maravillosa complementariedad. Cuando las Iglesias han
vivido estas tradiciones litúrgicas en comunión en la
fe y en los sacramentos de la fe, se han enriquecido
mutuamente y crecen en la fidelidad a la tradición y a
la misión común a toda la Iglesia.
1202 Las diversas tradiciones
litúrgicas nacieron por razón misma de la misión de la
Iglesia. Las Iglesias de una misma área geográfica y
cultural llegaron a celebrar el Misterio de Cristo a
través de expresiones particulares, culturalmente
tipificadas: en la tradición del "depósito de la
fe" (2 Tm 1, 14), en el simbolismo litúrgico, en la
organización de la comunión fraterna, en la
inteligencia teológica de los misterios, y en tipos de
santidad. Así, Cristo, Luz y Salvación de todos los
pueblos, mediante la vida litúrgica de una Iglesia, se
manifiesta al pueblo y a la cultura a los cuales es
enviada y en los que se enraíza. La Iglesia es
católica: puede integrar en su unidad, purificándolas,
todas las verdaderas riquezas de las culturas.
1203 Las tradiciones litúrgicas, o
ritos, actualmente en uso en la Iglesia son el rito
latino (principalmente el rito romano, pero también los
ritos de algunas Iglesias locales como el rito
ambrosiano, el rito
hispánico-visigótico o los de diversas
órdenes religiosas) y los ritos bizantino, alejandrino o
copto, siriaco, armenio, maronita y caldeo. "El
sacrosanto Concilio, fiel a la Tradición, declara que la
santa Madre Iglesia concede igual derecho y honor a todos
los ritos legítimamente reconocidos y quiere que en el
futuro se conserven y fomenten por todos los
medios".
Liturgia y culturas
1204 Por tanto, la celebración de la
liturgia debe corresponder al genio y a la cultura de los
diferentes pueblos. Para que el Misterio de Cristo sea
"dado a conocer a todos los gentiles para obediencia
de la fe" (Rm 16, 26), debe ser anunciado, celebrado
y vivido en todas las culturas, de modo que éstas no son
abolidas sino rescatadas y realizadas por Él. La
multitud de los hijos de Dios, mediante su cultura humana
propia, asumida y transfigurada por Cristo, tiene acceso
al Padre, para glorificarlo en un solo Espíritu.
1205 "En la liturgia, sobre todo
en la de los sacramentos, existe una parte inmutable
"por ser de institución divina" de la que la
Iglesia es guardiana, y partes susceptibles de cambio,
que ella tiene el poder, y a veces incluso el deber, de
adaptar a las culturas de los pueblos recientemente
evangelizados".
1206 "La diversidad litúrgica
puede ser fuente de enriquecimiento, puede también
provocar tensiones, incomprensiones recíprocas e incluso
cismas. En este campo es preciso que la diversidad no
perjudique a la unidad. Sólo puede expresarse en la
fidelidad a la fe común, a los signos sacramentales que
la Iglesia ha recibido de Cristo, y a la comunión
jerárquica. La adaptación a las culturas exige una
conversión del corazón, y, si es preciso, rupturas con
hábitos ancestrales incompatibles con la fe
católica".
RESUMEN
1207 Conviene que la celebración de
la liturgia tienda a expresarse en la cultura del pueblo
en que se encuentra la Iglesia, sin someterse a ella. Por
otra parte, la liturgia misma es generadora y formadora
de culturas.
1208 Las diversas tradiciones
litúrgicas, o ritos, legítimamente reconocidas, por
significar y comunicar el mismo Misterio de Cristo,
manifiestan la catolicidad de la Iglesia.
1209 El criterio que asegura la
unidad en la pluriformidad de las tradiciones litúrgicas
es la fidelidad a la Tradición apostólica, es decir: la
comunión en la fe y los sacramentos recibidos de los
apóstoles, comunión que está significada y garantizada
por la sucesión apostólica.
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