Navidad
Introducción
El Liber orationum festivus o Libellus orationum 1
es uno de los antiguos libros de la liturgia hispano-mozárabe que ofrece
los textos eucológicos para el oficio catedral festivo.
Recopilamos aquí las oraciones de los oficios de vísperas y matutino
correspondientes al día de la Navidad, la mayoría de las cuales no se
hallan en el Breviarium Gothicum y las que s�, a veces se
encuentran en otros oficios distintos al de Navidad. La indicación
Br. Moz. se refiere a la edición del Breviario de 1502 (Breviarium
secundum regula[rum] beati Hysidori) y Br. Got. a la del Breviarium Gothicum
de 1775, actualmente
vigente.
Vísperas
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Señor Dios, bendito el que vino
en el nombre del Señor y nos ilumin�; su venida nos redimió y su
nacimiento nos proyect� luz; al venir reencontr� a los que est�bamos
perdidos y dio su luz a los que est�bamos amasados en tinieblas: concede,
pues, Padre omnipotente que celebremos el día de su nacimiento con tal
devoción y piedad, que se nos antoje s�mamente llevadero el día del
juicio, y que experimentemos la piedad a la hora de juzgarnos en aquel
cuya benignidad hemos conocido a la hora de redimirnos. |
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Bendición El Señor Jesucristo que tiempo atrás en
un día como este apareció glorioso a los pastores en un pesebre os
bendiga.
R/. Amén. Que os proteja y
defienda en todo, el que por vosotros misericordiosamente se hizo niño.
R/. Amén. Y quien es vuestro
creador y redentor, Él se digne propicio preservaros siempre de todo mal.
R/. Amén. Br. Moz. fol. 26. col.
4; Br. Got. fol. 46. |
Matutino
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Oración del
salmo 3
A ti siempre la gloria, a ti
cuya gloria hemos visto en tu humanidad, gloria como el del Unigénito del
Padre, lleno de gracia y de verdad; te pedimos, pues, nos concedas por tu
abundante misericordia que con la fe te reconozcamos verdaderamente hecho
humilde por nosotros y que creamos que eres eterno juntamente con el Padre
en una gloria divina permanente. |
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Con tu favor, Señor, se nos
anuncie mediante el sagrado ministerio angélico el gran gozo que es para
todo el pueblo cristiano en todo el mundo: Cristo, el Señor, salud de
todos y Salvador eterno, ha nacido hoy en la ciudad de David, que es la
Iglesia; en ella ciertamente reinar� sin fin, custodiéndola y rigiéndola
hasta que la conduzca a su fin: concede, pues, que la convierta totalmente
en reino suyo, al difundirla por el mundo entero y al asociarla a la
eternidad celeste. Br. Moz. fol. 27. col.
1; Br. Got. fol. 47. |
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Padre y Señor omnipotente, he
aquí tu Cordero, he aquí el que quita el pecado del mundo, ofrecido a ti
como sacrificio singular, para expiar por el mundo, el único que no era
inmundo; sea por tanto asiduo protector de quienes fue glorioso mediador,
para que los libertados encuentren su gozo en quien se hizo precio de los
cautivos. |
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Jesucristo, terrible Dios
nuestro y rey nuestro, a quien los ángeles a una con los pastores
tributaron gloria en tu nacimiento, y a quien, tras derrotar al autor de
la muerte, todo el mundo aplaudió con sus manos y con sus corazones:
concédenos cantar con júbilo de fe los misterios de nuestra redención y de
tu gloria y agradar a Dios con el fiel servicio de Abraham en compañía de
los príncipes del pueblo. Br. Moz. fol.
244. col. 3; Br. Got. fol. 411-412. |
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�Oh
Verbo, que fuiste en el principio cabe Dios, Verbo ciertamente Dios! Los
que hemos sido hechos y redimidos por ti, adoramos, de tu santa majestad,
y de ti, Verbo hecho carne por nosotros, esperamos que realices en
nosotros los divinos beneficios por quienes no has tenido a menos asumir
la humana naturaleza. |
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Glorioso Dios Padre y Señor, que
diste a las gentes en posesión a tu Unigénito y coeterno Hijo: te pedimos
que seamos posesión tuya de tal suerte que no nos desviemos de los
mandatos de tu Hijo para que nos asocies en unidad indestructible a aquel
a quien anuncias gloriosamente engendrado por ti.
Br. Moz. fol. 51. col. 3; Br. Got. fol. 89. |
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Sabiduría coeterna de Dios
Padre, que atestiguas haber existido con el Padre antes de que hiciese la
tierra o estableciese la altura de los montes, mientras te engendrara
antes de la creación de todos los collados: te pedimos y rogamos, los que
alborozados celebramos los gozos de tu nacimiento virginal, mediante la fe
lleguemos a ti para ser premiados; que santifiques a los que creen de ti
que naces del Padre antes de la creación de los montes y que ahora, en la
plenitud del tiempo, naces del seno de la Virgen, y que premies a los
santificados con la gloria eterna. Br.
Moz. fol. 38. col. 1; Br. Got. fol. 66. |
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He aquí, coeterna sabiduría de
Dios Padre, que cuando el Padre establecía la firmeza de los montes, ya
entonces estabas con Él, ya habías precedido todo lo creado, y que te
congratulabas de la creación realizada: tus pobres siervos pedimos que los
que te creemos maravilloso por la creación de estas cosas, te anunciemos
fielmente nacido para nuestra redención; que siempre aflore a nuestros
labios en la predicación lo que sea certeramente conducente para la gloria
eterna de todos y que los que te confesamos nacido de la Virgen merezcamos
gozar en paz con aquella que te engendr�. |
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Señor Jesucristo, que nososotrs,
animales tuyos, te encontremos puesto en el pesebre a ti, a quien
confesamos y creemos que est�s cabe el Padre, Dios inmenso; que seas
nuestro alimento en el tiempo oportuno y en el futuro la saciedad eterna;
que aquí no nos apartemos de ti y que permanezcamos contigo allá, mientras
una voz angélica muestra tu pesebre y anuncia el gozo de tan gran
nacimiento que ha de ser provechoso para todos los pueblos. |
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Señor Jesucristo, que, saliendo
de la boca del Altísimo antes que toda criatura, fundaste de un modo admirable
el mundo: est� presente en tu Iglesia a la que te dignaste congregar del orbe
entero; para que de la misma manera que eres considerado como Creador del mundo,
así también seas conocido en todo y por todo como Salvador de la Iglesia.
Br. Moz. fol. 28. col. 1; Br. Got.
fol. 48.
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Señor Dios omnipotente,creador
de los collados eternos, que con tu palabra creaste todas las cosas, y con la
misma, imperandolo tú, todas fueron hechas y todas adquirieron consistencia a tu
mandato; asístenos con misericordia inenarrable; para que dirijas los corazones
de los rectamente creyentes a la salvación eterna por el mismo Verbo hecho carne
por nosotros por quien lo dispusiste desde el principio al crear toda criatura.
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| Señor Jesucristo, obra en
nosotros según tu abundante misericordia; que de la misma manera que dispones,
junto con el Padre, la creación de todas las cosas, así también lo santifiques
todo con tu redención; que sean causa de gozo eterno en el cielo no sólo las
realidades creadas, sino también las recuperadas; para que tú mismo te goces en
nosotros mientras nos conduces al gozo eterno.
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| Tu criatura se alegra
sobremanera de tu venida, Señor, ante cuya presencia se derriten los montes:
concédenos, pues, a nosotros, dignos de tu compasión, que seamos remunerados con
el gozo de tu navidad, ya que nos encontramos en condición tan humilde; que lo
que result� inaudito a los siglos acerca de tu Encarnación, d� en nosotros
frutos de fe fecunda; y pues en la tierra te confesamos nacido de la Virgen, te
experimentemos por la riqueza de tus dones y por tu continua indulgencia por
nuestros pecados.
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| Señor Jesucristo, Dios grande
nacido del Padre, que te has dignado nacer pequeño del hombre por nosotros, para
que el mundo, hecho por ti sea también salvado por ti; s� propicio y compad�cete
de nosotros; l�mpianos de las impurezas mundas y haznos limpios en este mundo al
que no viniste a juzgar, sino a salvar; para que merezcamos recibir el nuevo
nacimiento y el don de la adopción en ti, nacido pequeño para nosotros,y dado a
nosotros como hijo.
Br. Moz. fol. 29. col. 2; Br. Got.
fol. 50.
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| Señor Dios, que no eres
constreñido por ley alguna ni de la naturaleza ni del tiempo, sino que obras
espont�neamente en tus subditos lo que quieres: como ya hiciste este
incomparable portento, de que el Unigénito, coeterno contigo, naciese hombre de
la Virgen sin intervención de varán, y de que antes de cohabitar una madre
incorrupta diese a luz: concede con irresistible piedad este cambio en los que
son enemigos: para que adquieran tu reconciliación merced a este misterio que,
cual milagro inaudito, ilumina desde hace siglos a las gentes.
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| Señor Jesucristo, tú que
verdaderamente eres alfa y omega, principio y fin, que est�s con el Padre antes
de los siglos y que en el tiempo naces de la Virgen, que sentado sobre el trono
de David, ni tu potestad ni tu paz tendr�n término; que lo corrijas con poder y
que tengas sobre Él un dominio verdadero para siempre: tú que eres conocido como
el Rey de la gloria, concede, según eso, el don de la gracia, y tú, que viniste
al mundo en la humildad de la carne, haz a los que redimiste partícipes de tu
reino futuro.
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| Señor Jesucristo, que eres gozo indecible para los cristianos y cuya potestad
y paz no tendr�n fin: que permanezca en nosotros el dominio y la grandeza
perenne de tu imperio; para hacernos tuyos en todo y por todo quita de nosotros
todo lo que encuentres que no te pertenezca, que no haya en nosotros nada que
obstaculice tu poder y que resista a tu paz, antes bien que tú solo nos poseas,
que eres Rey de reyes y Señor de Señores, que reinas ahora y siempre.
Br. Moz. fol. 18. col. 2; Br. Got.
fol. 49.
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Señor Jesucristo, antes del cual no hubo ningún otro Dios, ni lo habrá después;
t� que diste la salvación a
tu pueblo y que ya antes te
llamaste fiel en tus palabras
y santo en todas tus obras:
quita de nosotros la incredulidad
que pudiera originarse
de una duda mental,
y llena nuestro corazón con
los dones de tu gracia; que
se te crea y se te conozca
como Dios verdadero a ti
que eres confirmado como
salvador de todos con milagros
y poder. |
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Señor Jesucristo, a Quien
el Padre y su Espíritu enviaron,
que al venir aquí en
donde ya estabas, no te apartas,
aun viniendo, de Aquel
de quien procedes: mira
propicio a tu pueblo; para
que te reciba como verdadero
juez de misericordia a ti,
de cuya venida, como piadoso
salvador, se alegra.
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�Oh Dios que eres la Verdad!
y que te has dignado
manifestarte siempre en el
cielo y en la tierra no para
abandonar el cielo, antes para
unir lo terreno a lo celeste:
arranca de nosotros
las obras de falsedad; que
nuestros días no se consuman
en la vanidad, sino que
por tu medio lleguen a la
eternidad; que lo que la falsedad
sometió � la miseria,
la verdad lo restituya a la
felicidad.
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|
Señor Jesucristo, tú que
eres nuestra redención, s�
también nuestra salvación;
sana la herida de nuestro
dolor, tú que tomaste la
fr�gil naturaleza humana y
que viniendo Te dignaste
cargar nuestro peso; rogamos
que vacíes de malas
obras nuestros trabajos y
que piadosamente confirmes
en el bien nuestros deseos.
Br. Moz. fol. 36. col. 3; Br. Got. fol. CCXX. |
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Cristo, Salvador y Señor
nuestro, que no procedes de
voluntad o unión de varán,
sino que lleno de gracia y
de verdad, naces de un seno
virginal; que, Verbo hecho
carne por nosotros, apareces
glorioso a todos: concede a
nuestras súplicas que los que
te confesamos llenos de gracia
y de verdad, te sigamos
sin descanso; y que de la
misma manera que lo prometido
acerca de tu nacimiento,
significado en figuras,
se ha cumplido a la
perfección, así también tu
gracia opere cuanto antes
la muerte de nuestros pecados;
para que seamos coronados
por la gracia los que
hemos creído verdaderamente,
y que a aquellos por
quienes la verdad se hizo
conocer, la gracia no consienta
que ahora perezcan.
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|
Sabiduría inmensa de Dios Padre,
que eres reconocida como Hijo y Señor de David según los vaticinios del profeta;
t� que mientras ocupas el trono del Padre riges la casa de Jacob, es decir la
Iglesia: concede de tal modo tu gobierno protector a todos nosotros que estamos
en ella, a fin de que merezcamos vivir eternamente; que vivamos sin fin en tu
reino del que no tememos el fin.
Br. Moz. fol. 28. col. 2; Br. Got. fol. 49. |
|
Cristo, confesamos que has
nacido Hijo y que el principado
es puesto sobre tus
hombros; determinas que
comience el principio de
nuestra salvación en los mismos
hombros sobre los que
te dignaste echar por nosotros
el patíbulo de la cruz:
que tu reino se agrande en
tu Iglesia; que tu nombre se
extienda, que se multiplique
tu imperio; y ya que posees
pac�ficamente todas las gentes,
que tu paz no tenga fin.
|
|
Otras oraciones para el mismo día
Señor Jesús, Hijo coeterno
del Eterno Padre, cuya
divinidad, dimanada del Padre,
muestra principio pero
desconoce comienzo: tú que
en el tiempo has nacido por
nosotros, hombre de humana
naturaleza, hace algún tiempo,
concede a nuestros tiempos
la gracia abundante de
tu piedad y la paz: que nos
busques para salvarnos y nos
poseas para engrandecernos.
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Hombre verdadero y Dios
omnipotente, cuyo nombre
es siempre admirable en toda
la tierra, bien al nacer de
la Virgen de un modo maravilloso
en la humildad de
la carne y ser alabado por
los coros de los ángeles,
bien al ser anunciado por
los ángeles y ser visto por
los pastores; te rogamos,
Señor, que a quienes hiciste
conocer tales maravillas, los
introduzcas felizmente en la
vida eterna y destruyendo
al feroz enemigo, nos conduzcas
ilesos a ti con la protección
de tu mano.
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|
Sabiduría coeterna del
Eterno Padre, que permaneciendo
con Él antes de los
siglos viniste de Él al tiempo;
rogamos que quites de
nosotros toda ignorancia;
que iluminados y hechos
partícipes tuyos por tu gracia,
podamos comprender
qu� es lo que te has guardado
como propio y qué es
lo ajeno recibido por nosotros,
ya que no quisiste esto
para perder lo tuyo, sino
para, corrigiendo lo nuestro,
agrandarlo misericordiosamente. |
|
Señor, cuyo Verbo habita
en el ámbito del cielo y hecho
carne es irradiado por
la tierra: concédenos adherirnos
a los mandatos del
mismo verbo al que, mediante
una predicación santa,
has hecho conocer de generación;
que de la misma
manera que dispone todo
juntamente contigo en la
creación, así también santifique
todo en la Redención. |
|
Dios omnipotente, que formaste el mundo con la cooperación y la complacencia
gozosa de tu Verbo; concédenos
que ya que nos creaste
para gozar no seamos envueltos
por los pecados en
el llanto eterno, antes bien
seamos protegidos con el
auxilio de tu poder; que la
alabanza de los que ahora
se alegran termine en ti,
por quien fue restituida la
salvación de los libertados. |
|
Cuando un profundo silencio
lo envolvía todo y la
noche hacía su recorido se
hizo un grande y expectante
silencio antes de que tu
Verbo, Señor, descendiera
del cielo y barriera la tierra,
ya que se había dejado
de alabarte en todo el mundo. Mas cuando tu Palabra
Omnipotente descendió desde
tu trono real, comenz�
por doquier a subir hasta ti
un cántico sonoro de alabanza
en que se mezclan las
acciones y los encomios de
quienes se congregan para
profesarte: con el corazón se
cree para la justicia y con la
boca se confiesa tu nombre
para la salvación; es cierto
que el camino del error nos
perdi�, porque la luz vino a
las tinieblas y las tinieblas
no pudieron acogerla; pero
t�l silencio se rompi� porque
la confesión de tu Verbo
reson� por todo el universo:
al�grense, pues, nuestros
labios cuando te entonen
salmos y celebre nuestra
alma la festividad de su
redención; para que tú, que
eres el gozo de los redimidos seas en el futuro nuestro
premio y eterna alabanza. |
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Señor Jesucristo, que eres
la paz cuyo imperio no conoce
fin ni termina con el
tiempo: que permanezca en
nosotros la grandeza peremne
y el dominio de tu imperio;
para que puedas encontrar
en nosotros toda clase
de dones tuyos, adhi�renos
a ti en todo y por todo; que
con tu indulgencia nos hagas
pac�ficos y que con tu
poder nos conserves seguros
e ilesos. |
|
Señor Jesucristo, que naciendo de Madre Virgen sin corrupción alguna, te
manifiestas amante de la virginidad, porque mientras tu
concepción est� exigiendo
una madre, tu alumbramiento est� proclamando a una
virgen: sana misericordiosamente
la corrupción de
nuestro espíritu y de nuestra
carne; haz que ambos
sean castos a tus ojos; que
el alma sumisa a ti posea
un cuerpo casto, y se presente
a ti sincera para recibir
el premio. |
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Señor Jesucristo, a Quien el Padre Omnipotente envió al mundo para redimirlo,
que vienes ciertamente allá donde ya estabas, y no te apartas de allá de donde
habías
salido: mira propicio a tu pueblo y concédele la ayuda de tu poder; para que te
reciba como a juez misericordioso que ha de venir de quien no duda que ya ha
venido como piadoso salvador. |
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Completuria de Matutino
Señor Jesucristo, descanso de los ángeles y de todos los santos, en esta
festividad sacratísima de tu nacimiento concede hoy el descanso a tu pueblo; que
liberado de sus culpas y cargas pecaminosas encuentre su descanso en ti y que
alabándote junto con toda la creación reciba en todo y por todo tu bendición; no
consientas que aquíl a quien viniste a librar del demonio sea defraudado del don
de tu bendición; sino que bendicióndote continuamente, sea bendito por ti.
Br. Moz. fol. 29. col. 3; Br. Got. fol. 51. |
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Bendición de Matutino en la Natividad del Señor
El Unigénito Hijo de Dios, que por
misericordia se unió a la naturaleza humana, por puro don os una a su divinidad.
R/. Amén.
Y el que por vosotros, para nacer de parto virginal contuvo las leyes de la
naturaleza humana, os prive de los peligros de vuestra humanidad y os enriquezca
con los dones de su divinidad.
R/. Amén.
Y de la misma manera que se abaja por vosotros con humildad verdadera, así
también os reciba en la plenitud de sus misericordias.
R/. Amén. |
| Oración de Vísperas para recitarse el mismo día en que se
celebra la misa de Navidad Señor, hemos visto tu gloria como
del unigénito del Padre, unigénito por tu divinidad, primogénito por don; allá
único del Padre, aquí principal entre los hermanos; allá uno con el Padre, aquí
primero entre los hermanos; allá con igual subsistencia y permaneciendo en el
seno del Padre, aquí no abandonando a los compañeros; allá creador, aquí
elevando desde abajo; concede que aquellos a quienes te diste en el mundo, sean
partícipes de tu reino; s� en el futuro dador generoso para quienes un día
viniste como piadoso redentor. Br. Moz. fol. 36. col. 3; fol. 346. col.2; Br.
Got. fol. 63; Br. Got. fol. CCXX. |
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Bendición
El Señor Jesucristo que os redimi�
con su nacimiento, Él mismo os conforme en la fe y os gobierne en la tentación.
R/. Amén.
Que os multiplique en la virtud, os levante en la enfermedad, os alegre en la
ansiedad.
R/. Amén.
�l infunda en vosotros la gracia de su piedad, os suavice la disciplina, os
perdone la ofensa.
R/. Amén. |
Notas:
1.
Las oraciones en latín pueden encontrarse en el Libellus orationum
anecdotus ecclesiasticorum officiorum gotico-hispanus, &c. de G.
Bianchini contenido en Liturgia antiqua hispanica gothica
isidoriana mozarabica toletana mixta illustrata, &c. Vol. 2, pp.
34-39. Roma 1746. Las versiones en español se toman de
Javier Ibáñez - Fernando Mendoza, María en la liturgia hispana.
Ediciones de la Universidad de Navarra, Pamplona 1975, pp. 285-331.
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