Ecce,
micantia veluti sidera
Nostrae Eufimiae certantis tropaea
Se volvens advexit anni rotatile
Cursu nobis iam celeri.
Uota cum
gaudiis, crimina lacrimis
Mixta perpendere nunc omnes cogimur,
Causam piaculi venite praepetes
Christo regi persolvere.
Laudum excubia, donat
quae copiam
Virtutis, dimicet usque viriliter
Eum quaerentium ipsum ceu praepetes
Animabus comprendere.
Oc tali
exemplo virgo nam insequens,
Libens cum socio saecli labentia
Theatra respuens, Christi concremata
Amoris sancti igniculo.
Gliscunt
praecordia oppido virginis
Caelestem principis adire thalamum;
Reppulit horrida ab hoc edictio
Prisci nempe praeconsulis.
In omnem qui
iubet ire provinciam
Suum observantem praeconem tonare:
Talis cum iussio agnita fuerit
Tubae voxque, ut ilico
Usque se
impronans humi confinia
Dei vestigia Martis sit prostratus,
Collaudans adoret, venerans excolat
Libamenque exhibeat.
Sicque
reperitur istius sanctio,
Legis violatrix fortis Eufimia
Inquiens licitum neve exsistere
Fas Martis turificia.
Hoc ubi
fuctum est, patet proconsuli,
Suis mox adfore iubet obtutibus
Coram Eufimiam inquiens, cur levis
Temneret legis fulgida.
Cedens si
placide meo intenderis
Salubri hortamiui, hoc a proposito
Discedes tenaci, fungi eximiis
Merebis nam honoribus.
Renuens
taetrico damnatur carceris
Saevi ergastulo, cum sibi compares
Distincti numero septeni septies
Pro Christo mori niten[te]s.
Ita
cruentior lupo ingrediens,
Sanctam ab agmine sanctorum eripiens,
Posset quod opinans hanc sponsam fragili
Sexu tandem illicere.
Quam ut
obtinentem prospexit militem
Christi, proconsul mox rotarum fieri
Ita compositum argumentum iubet,
Pro quo trita occumberet.
Haec post
pericula virgo pertolerans
Poenarum genera ascitis exspirat
Caeli agminibus, bravium perpetim
Regnatura percipiens.
Ob hoc te
cernui cohors fidelium
Cuncta expostulat mentu piissima,
Patrona, diluas ut notis [reatus]
Tuis omnium miserans.
Pacis vel
copia, sancta, deifica,
Orbem per terrarum omnem ecclesia
Diffusa redundet, prava ut odiens
Cuncta probaque amplectens.
Praestare
digneris, Pater ingenite
Prole cum genito regnansque perpetim
Sancto cum Spiritu omne per saeculum,
Sustentans pie condita.
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Est�n aquí, helos
brillantes como estrellas,
los trofeos de nuestra guerrera Eufemia,
que la rueda del año nos ha traído
ya en su rápido rodar. Unidos los votos a las alegrías,
los
pecados a las lágrimas,
ahora comenzamos todos a manifestarlos.
Venid veloces
para expiaros a cumplir con los oficios de
Laudes en honor de Cristo Rey, quien dispensa abundante valor
para luchar varonilmente
a los que, como Él mismo,
quieren
perder sus vidas por Él.
Obedeciendo, en efecto, nuestra doncella tal ejemplo
y
desdeñando con sus compañeros
las efímeras obscenidades del
siglo, abrasada ya
por el fuego de su amor a Cristo,
Grandemente se consumen las entrañas de la doncella
por acceder
al celeste tálamo de su Príncipe.
Así es que por ello rechazó
el edicto de Prisco,
Inicuo gobernador, que ordena al pregonero
proclamar a toda la
provincia
que acata sus órdenes
que, tan pronto como tal orden y
la voz de la trompeta
O�dos fueran, se llegaran hasta Él los vecinos y,
postrándose
en tierra a las plantas del dios Marte,
lo adoraran entre
alabanzas, le rindieran veneración
y le ofrecieran un
sacrificio.
As�, violando la sanción de esta ley,
es hallada Eufemia, que
decía
que no era lícito ni posible
ofrecer incienso a Mane.
Cuando esto fue puesto de manifiesto al gobernador,
ordena que
Eufemia se llegue al punto a su presencia
y le dice a la cara:
«¿Por qué rechazas
los dones resplandecientes del siglo?
Si cedes, atiendes plácidamente
a mi saludable exhortación
y te apartas de ese inútil propósito,
te ganarás, en efecto, disponer de señalados honores».
Al negarse, es condenada con sus compañeros
al sombrío
habitáculo de la cruel cárcel.
Fueron detenidos en número de
siete veces siete
con ansias de morir por Cristo.
As�, procediendo con más crueldad que un lobo,
tras arrancar a
la santa del grupo de los santos
en la idea de que tal vez
podría
seducir finalmente a ésta por su débil sexo,
En cuanto el gobernador contempl�
la obstinación del soldado
de Cristo,
ordena que se disponga el tormento de las ruedas,
de
forma que muriera triturada por Él.
Soportando la doncella hasta el final
tras éos otros géneros
de tortura,
al expirar es admitida entre la multitud del cielo
recibiendo el premio de reinar eternamente.
Por ello, piadosísima patrona,
la tropa de los fieles te ruega
humilde con toda su alma
que borres con tus méritos
las manchas
de todos sus errores,
Y que la Iglesia, difundida
por todo el orbe de la Tierra,
est�
llena, divina santa, de paz abundante,
aborrezca todo lo malo y
abrace lo bueno.
D�gnate concederlo, Padre ingánito,
que reinas eternamente con
tu Hijo engendrado
y con el Espíritu Santo, sustentando las
buenas obras
por todos los siglos.
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