YMNI DE TOTO CIRCULO
ANNI
HIMNOS PARA TODO EL
A�O LIT�RGICO
Ymnus
pro
varia clade / Himno por las diversas
desgracias |
Rex eterne Deus fons pietatis
Spes tranquilla salus vera medella
Defesis requies pascua vite
Lux indeficiens parce redundans. Ad te mest ficati murmura dantes
Adclines famuli adsumus omnes
Nollensque miseros morte punire
Conversos potius vivere magis.
Tu es confugium illut opacum
Ad quod dum titubans conscia culpis
Mens tandem properat percipit idem
Pro fraglis veniam adque salutem.
Nos unde nimium territi actum
Quos cladis valide plectitur hictu
Ad te confugimus alme Redemtor
Ut culpam pietas mox sequatur.
Mortem quam minitans voce profeta
Olim vaticinat sic Iheremias
Videmus proprius percite nostras
Nunc intrare domos adque fenestras.
Davidque gravius tempore fluxit
Urbem depopulans impia clades
Nostris pro meritis finibus instans
Iam quoque gladio vindice truncat.
Morbi ecce lues longius crasans
Ad nos proclivior pene vicinat
Ad nunc pro vitiis proxima nostris
Consiscit perimens agmina plebis.
Quosdam mortificans durius partes
Mittit funereos fibrium ignes
Ex quibus putriflua reddita membra
Non flat spiritus nec pulmo anelat.
Virtus nulla viget carnis humane
Subsistit facilis fessa dolore
Hac laudis facie cuncta tabescunt
Ut cera solito igne fugatur.
Infantes iuvenes sexus utrisque
Etas ipse senum cignea iamque
Lactantes etiam ubera matrum
Prostratur pariter vulnere diro.
Replet te nimium civibus urbes
Castella populis villule omnis
Effecte vacue sunt solitudo
Cultore manet arida tellus.
Hanc peccata plagam nostra merentur
Hoc nostrum facinus parturit ulcus
Hec funesta quoque nempe iumenta
Admissa tribuunt nostra luenda.
Hac proinde pium cernui omnes
Sanctum Christe tuum quesumus vultum
Qui semper bonus es adque benignus
Contritos releba corde piatos. |
Rey
eterno, Dios, fuente de bondad,
esperanza, salud apacible, medicina verdadera,
descanso para los fatigados, alimento de vida,
luz inextinguible, desbordante de paz,
Todos tus
siervos, sollozando afligidos,
estamos aquí postrados ante ti,
que no quieres castigar con la muerte a los desdichados,
antes bien que se conviertan y vivan.
Tú eres el
umbroso refugio al que el alma,
mientras titubea consciente de sus culpas,
al fin corre, y recibe perdón y salud
en vez de castigo.
Por ello,
completamente aterrorizados de nuestros actos
nosotros, a quienes la desgracia castiga fuertemente con sus
golpes,
en ti nos refugiamos, divino redentor,
para que tu compasión siga inmediatamente a nuestra culpa.
Vemos que la
muerte, como vaticin� en otro tiempo
el profeta Jeremías con voz amenazadora,
est� más cerca y que entra ya violentamente en nuestras casas
y atraviesa nuestras ventanas.
La impía
desgracia, que con tanto rigor
cayá en tiempos de David devastando la ciudad
hostigando ya nuestras tierras por nuestras culpas,
también las destroza con su espada vengadora.
He aquí que
la enfermedad de la peste,
avanzando cada vez más hacia nosotros,
casi est� a nuestro lado con su creciente amenaza
y ya se detiene aquí mismo aniquilando al pueblo en masa por
nuestros vicios.
Mortificando
con crueldad algunas zonas,
propaga el fuego funesto de las fiebres,
por las que, al pudrirse los miembros,
la respiración deja de alentar y los pulmones no respiran.
El cuerpo
humano no tiene ninguna fuerza
y se queda fácilmente agotado por el dolor,
todo se consume ante el rostro de la desgracia
como suele fundirse la cera por la llama.
Niños y
jóvenes, uno y otro sexo,
los mismos ancianos ya encanecidos,
incluso los que todavía maman de las ubres de sus madres
son por igual abatidos por el cruel azote.
Las ciudades
se llenan completamente de habitantes
y los castillos de gente, mientras todas las pequeñas aldeas
se vacían convirtiéndose en un desierto,
y la tierra seca es lo que queda al campesino
Nuestros
pecados merecen este castigo,
nuestro crimen produce esta herida,
pero también sin duda estos fúnebres lamentos
nos conceden expiar los pecados cometidos.
Por eso,
todos prosternados
pedimos tu rostro compasivo y santo, Cristo,
que eres siempre bueno y benigno;
conforta a los contritos purificándolos en su corazón.
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Ad sexta / A Sexta |
Rex eterne (2) |
Iram quam merito sternimur auctor
Iam suspende cito iure paterno
Mucronemque plage valde frementem
A nostris propitius partibus pelle. Dele iam maculas mente patratas
Purga quidquid inest vulnus inicum
Nodos perfidie redde solutos
Hac sevum quoibe celitus hictum.
Pro nobis pietas tua te poscat
Spiraque tuis inclite sanctis
Talem pro miseris summere vocem
Que intrare tuas possit ad aures.
Iam vide gemitus aspice planctus
Rugitum populi presulum adque
Sacrorumque pius principum audi
Singultus lacrimas flebiles questus.
Nobis immeritis commoda aurem
Ne quamvis gravidos ponderis mole
Consummas facili ulceris labe
Quas sacro redimis ipso cruore.
Fletum qui sceleris Ninevitarum
Commutans melius ethere repente
Mortem quam timidi iam metuebant
Clemens innocuam esse quivisti .
Toth tantaque tuum murmura nostra
Scandat flammigerum culminis arcem
Ex quo salvivicum rite fomentum
Cunctis adveniat ocius abtum.
Temtos magne plagam inguinum omnis
Incursis mortis varios acerve
Inpressum redige noxia queque
Dextera sancta tua parcitus arce.
Celestis medice Christe tremende
Incursus varios mortis acerve
Inpensum redige tuque potenter
Languenti populo pande vigorem. |
Por
tu derecho de padre contén ya pronto, creador,
la ira por la que merecidamente somos abatidos
y aleja propicio de nuestras tierras
la espada de esta epidemia que brama violentamente.
Borra ya las
manchas consumadas en nuestra alma,
purifica cualquier herida de iniquidad que haya en ella,
deshaz los nudos de la incredulidad
y contén el golpe insoportable que viene del cielo.
Tu bondad te
pida por nosotros,
e inspira, glorioso, a tus santos a tomar
en beneficio de los desdichados una voz tal
que pueda penetrar en tus oídos.
Mira ya
nuestros lamentos, atiende a nuestro llanto,
escucha bondadoso el gemido de tu pueblo,
los sollozos de los prelados y de los príncipes consagrados,
sus lágrimas, sus afligidas quejas.
Apl�canos tu oído a nosotros, que no lo
merecemos,
y, aunque abrumados por esta pesada mole
que tú redimes
con tu sagrada sangre,
no permitas
que nos agotemos con la contagiosa mancha de la úlcera.
T�, que, desde el alto cielo
cambiando de pronto
a mejor el
llanto de los ninivitas por su crimen,
quisiste en tu clemencia
que la muerte,
que temerosos ya temían, fuera inofensiva.
Que tantos y tan grandes lamentos nuestros
escalen tu llameante alcázar del cielo,
desde donde venga muy
pronto el remedio
merecidamente salvífico y apropiado para
todos.
Aniquila, Grande:
los variados ataques de la
cruel muerte
a todos
los afectados por las llagas inguinales,
aparta pronto con tu santa diestra todo lo que daña.
M�dico celestial, Cristo temible,
aniquila los diferentes ataques de la cruel muerte
y con tu poder extiende el vigor
a tu pueblo debilitado.
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Ad nona /
A Nona |
Rex eterne |
Huius
supplicium pestis amare
Depelle opifex crimine demto
Ut morvifuens [Fort�, morbi
fugiens] dira vetustas
Succedat populis aucta venustas
Mercedis proprie
unguine sancto
Fauctor devilia membra fobeto
Nervos conglomera iam resolutos
Et vitam tribuens ablue nexus.
Ad quamquam gravior
culpa subinstet
Maior namque tua gratia polleat
Quo nostri honeris vincla resolvens
Concedes veniam devita laxes.
Presta Ingenite gloria
summa
Semper cum Genito omnia imples
Compar spiritui Trinitas una
Hac vera Deitas secla gubernans.
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Quitado el pecado,
aleja, hacedor,
el amargo castigo de esta
peste
para que huya el terrible envejecimiento de la enfermedad
y sobrevenga a los pueblos una acrecentada lozanía.
Conforta, protector,
nuestros débiles miembros
con el santo
ung¨ento de tu piedad,
re�ne nuestros másculos ya deshechos
y danos la vida lavando nuestros pecados.
Y aunque nos
acose una culpa demasiado pesada,
sea por ello
mayor el poder de tu gracia
para que, soltando las ataduras de
nuestra carga,
nos concedas el perdón y canceles nuestras
deudas.
Concédenoslo,
ingánito, gloria suma,
que lo llenas todo siempre con tu Hijo,
tú, igual al Espíritu, Trinidad una y deidad verdadera
que gobiernas los siglos.
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NOTAS
1. Textos latinos tomados del Breviarium Gothicum,
ff. CXI-CXII (Ymni de toto
circuli anni). Lo que va entre corchetes [ ]
son correcciones añadidas por el propio Breviario.
Traducción: Castro Sánchez, José (introducción, traducción,
índices y notas) - García Ruiz, Emilio (col.), Corpus
christianorum in translation, 19. Himnodia Hispánica. Ed.
Brepols, Turnhout 2014, pp. 529-530; 532-533. y 534, respectivamente.
T�ngase en cuenta que la traducción est� realizada a partir de Blume,
Clemens, Hymnodia Gotica. Die Mozarabischen Hymnen des alt-spanischen Ritus,
himnos 200, 201 y 202 (pp. 275-276; 276-277 y 278 respectivamente), por
lo que puede haber pequeñas variaciones respecto al texto latino del
Breviario.
Se recuerda que
hasta la fecha no existe traducción oficial de Breviario.
2. El signo indica que se
comienza con la primera estrofa del primer himno Rex eterne Deus,
&c.
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