La Ermita. Rito hispano-mozárabe

 

EL OFICIO DIVINO O LITURGIA DE LAS HORAS

Breviario

 

HYMNUS / HIMNO

Deus ignee fons animarum
(Officium mortuorum. Ad Vesperos / Oficio de difuntos. Vísperas)   
   Deus ignee fons animarum,
Duo qui socias elementa:
Vivum simul, ac moribundum
Hominem, Pater effigiasti.

   Tua sunt, tua Rector utraque:
Tibi copula jungitur horum;
Tibi, dum vegetata cohaerent
Spiritus simul et caro servit.

   Rescissa sed ista seorsum,
Solvunt hominem, perimuntque;
Humus excipit arida corpus,
Anima rapit aurae liquorem.

   Quia cuncta creata necesse est
Labefacta senescere tandem,
Compactaque dissociari,
Et dissona texta retexi.

   Hinc maxima cura sepulchris
Impenditur: hinc resolutos
Honor ultimus accipit artus,
Et funeris ambitus ornat.

   Hoc provida Christicolarum
Pietas studet; ut pote credens
Fore protinus omnia viva,
Quae nunc gelidus sopor urget.

   Qui jacta cadavera passim
Miserans tegit aggere terrae:
Opus exhibet ille benignum
Christo pius omnipotenti.

   Quia lex eadem movet omnes
Gemitum dare sorte sub una:
Cognataque funera nobis
Aliena in morte dolere.

   Sequimur tua dicta, Redemptor,
Quibus atra morte triumphans,
Tua per vestigia mandas,
Socium crucis ire latronem.

   Patet ecce fidelibus ampli
Via lucida jam paradisi;
Licet et nemus illud adire
Homini, quod ademerat anguis.

   Illic precor, Optime Ductor,
Famulam tibi praecipe mentem
Genitali in sede sacrari,
Quam liquerat exul, et errans.

   Animas, non immemor ob hoc,
Quarum memores sumus ipsi,
Deus, sorde rogamus, piatas,
Erebi rogis fac alienas.

   Sit honor tibi, fons pietatis:
Laus, gloria, summa potestas
Patri, Genito, sive Domino
Orbis Regi; qui Deus unus.
      Amen.

   (1) Dios, fogoso manantial de las almas que uniendo dos elementos -vivo con moribundo juntamente- al hombre, Padre, modelaste.

   Tuyos son, guía nuestro, tuyos en uno y otro caso, por ti su ensamblaje se acopla, a ti sirven espíritu y carne mientras se funden llenos de vida.

   Pero esas cosas, una vez desgajadas la una de la otra, deshacen al hombre y acaban con Él. El árido suelo recibe el cuerpo, la brisa arrebata la esencia del alma,

   porque es forzoso que todo lo creado al cabo envejezca amustiado y que lo compacto se desacople y la trenza de elementos diversos destrenzada quede.

   Por eso se pone un enorme cuidado en los sepulcros, por eso una honra postrera recibe los miembros apagados y adorna el entorno del entierro.

   De esto se encarga la previsora piedad de los crist�colas, como que cree que en breve estar�. vivas todas las cosas que ahora atenaza helado sopor.

   Aquel que apiadado recubre con colmo de tierra los cadáveres arrojados por doquier, �se cumple ben�fica obra en un gesto de amor hacia Cristo todopoderoso,

   pues una misma ley a todos nos obliga a dolernos bajo una suerte común y a llorar en la muerte de otro la pérdida de alguien cercano a nosotros.

   Tus palabras seguimos, Redentor; con ellas, triunfando de la negra muerte, mandas que siga tus huellas un ladrón, tu compañero de cruz.

   Y he aquí que ya queda expedita a tus fieles la luminosa senda del paraíso espacioso y es posible visitar aquel soto que la serpiente había arrebatado al hombre.

   Allá, te lo ruego, tú, el mejor de los caudillos, ordena que el alma tu vasalla se te consagre en su paraje natal, el que había abandonado exiliada y errabunda.

   

   

(1) Traducción (excepto conclusión y doxología final) de Luis Rivero García en Prudencio, Obras I. Himnos cotidianos (Cathemerinon): himno para las exequias de un difunto. Ed. Gredos, Madrid 1997, pp. 213-220.

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