Deus ignee
fons animarum,
Duo qui socias elementa:
Vivum simul, ac moribundum
Hominem, Pater effigiasti. Tua
sunt, tua Rector utraque:
Tibi copula jungitur horum;
Tibi, dum vegetata cohaerent
Spiritus simul et caro servit.
Rescissa sed ista seorsum,
Solvunt hominem, perimuntque;
Humus excipit arida corpus,
Anima rapit aurae liquorem.
Quia cuncta creata necesse
est
Labefacta senescere tandem,
Compactaque dissociari,
Et dissona texta retexi.
Hinc maxima cura sepulchris
Impenditur: hinc resolutos
Honor ultimus accipit artus,
Et funeris ambitus ornat.
Hoc provida Christicolarum
Pietas studet; ut pote credens
Fore protinus omnia viva,
Quae nunc gelidus sopor urget.
Qui jacta cadavera passim
Miserans tegit aggere terrae:
Opus exhibet ille benignum
Christo pius omnipotenti.
Quia lex eadem movet omnes
Gemitum dare sorte sub una:
Cognataque funera nobis
Aliena in morte dolere.
Sequimur tua dicta,
Redemptor,
Quibus atra morte triumphans,
Tua per vestigia mandas,
Socium crucis ire latronem.
Patet ecce fidelibus ampli
Via lucida jam paradisi;
Licet et nemus illud adire
Homini, quod ademerat anguis.
Illic precor, Optime Ductor,
Famulam tibi praecipe mentem
Genitali in sede sacrari,
Quam liquerat exul, et errans.
Animas, non immemor ob hoc,
Quarum memores sumus ipsi,
Deus, sorde rogamus, piatas,
Erebi rogis fac alienas.
Sit honor tibi, fons
pietatis:
Laus, gloria, summa potestas
Patri, Genito, sive Domino
Orbis Regi; qui Deus unus.
Amen.
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(1) Dios, fogoso manantial de las
almas que uniendo dos elementos -vivo con
moribundo juntamente- al hombre, Padre,
modelaste. Tuyos
son, guía nuestro, tuyos en uno y otro caso, por
ti su ensamblaje se acopla, a ti sirven espíritu
y carne mientras se funden llenos de vida.
Pero
esas cosas, una vez desgajadas la una de la otra,
deshacen al hombre y acaban con Él. El árido
suelo recibe el cuerpo, la brisa arrebata la
esencia del alma,
porque
es forzoso que todo lo creado al cabo envejezca
amustiado y que lo compacto se desacople y la
trenza de elementos diversos destrenzada quede.
Por
eso se pone un enorme cuidado en los sepulcros,
por eso una honra postrera recibe los miembros
apagados y adorna el entorno del entierro.
De
esto se encarga la previsora piedad de los
crist�colas, como que cree que en breve estar�.
vivas todas las cosas que ahora atenaza helado
sopor.
Aquel
que apiadado recubre con colmo de tierra los
cadáveres arrojados por doquier, �se cumple
ben�fica obra en un gesto de amor hacia Cristo
todopoderoso,
pues
una misma ley a todos nos obliga a dolernos bajo
una suerte común y a llorar en la muerte de otro
la pérdida de alguien cercano a nosotros.
Tus
palabras seguimos, Redentor; con ellas,
triunfando de la negra muerte, mandas que siga
tus huellas un ladrón, tu compañero de cruz.
Y he
aquí que ya queda expedita a tus fieles la
luminosa senda del paraíso espacioso y es
posible visitar aquel soto que la serpiente
había arrebatado al hombre.
Allá,
te lo ruego, tú, el mejor de los caudillos,
ordena que el alma tu vasalla se te consagre en
su paraje natal, el que había abandonado
exiliada y errabunda.
(1) Traducción (excepto conclusión y
doxología final) de Luis Rivero García en Prudencio,
Obras I. Himnos cotidianos (Cathemerinon): himno
para las exequias de un difunto. Ed. Gredos,
Madrid 1997, pp. 213-220.
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