Christe,
cæléstis medic�na Patris,
Verus humánæ médicus salútis,
Pr�vid� plebis précibus potént�r
Pande
favórem
En ob infírmos tibi
supplic�mus,
Quos nocens pestis valitúdo quassat;
Ut pius morbum r�leves jac�ntum,
Quo
quatióneur.
Qui potestáte manif�stus
extans,
Mox Petri socrum f�bribus jac�ntem,
R�guli prolem, puer�mque salvans
Centuriónis.
Ferto langu�nti pópulo
vigórem
�fflue largam in pópulis salútem:
Præstinis, more sólito, ref�rmans
V�ribus �gros.
C�rporum morbos, anim�que
sana:
Vúlnerum causis �dhibe med�lam;
Ne sine fructu cruciátus urat
Córpora
nostra.
Omnis imp�lsus p�nit�s
rec�dat:
Omnis incúrsus cr�cians liqu�scat:
Vigor opt�t� fóveat salútis
Membra
dol�ntis.
Jam, Deus, nostros miserére
fletus;
Sic quibus te nunc p�timus med�ri;
Ut tuam omnis r�cubans med�lam
S�ntiat �ger;
Quo, per ill�ta mala dum
teréntur,
Eruditórum número dec�ri
C�mpotes intrent, soción.e fructu,
Regna
pol�rum.
Glóriam psallat chorus, et
res�ltet;
Glóriam dicat, canat, et rev�lvat:
Nómini Trino, Deitáti soli
S�dera
clament. Amen.
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Oh
Cristo, medicina del Padre celestial,
verdadero médico de la salud humana,
a las numerosas preces del pueblo
extiende poderoso tu favor. He
aquí que te suplicamos por los enfermos,
a los que el poder nocivo de la peste quebranta:
que piadoso alivies a los postrados
por la enfermedad con la que son atormentados.
T�, que
manifestaste tu poder curando
al instante a la suegra de Pedro postrada
por la fiebre, al hijo del régulo y al hijo
del centurión.
Infunde
vigor al pueblo abatido,
irradia salud duradera a los pueblos:
restableciendo, según tu costumbre,
a los enfermos en sus primeras fuerzas.
Cura
las enfermedades del cuerpo y del
alma, aplica remedio a las causas de las
heridas, para que los padecimientos no
atormenten inútilmente nuestros cuerpos.
Que se
aparte todo impulso destructor
que se desvanezca todo ataque atormentador,
y que el vigor de la deseada salud
reanime los miembros del paciente.
Señor,
ten compasión ya de nuestros llantos,
con los que te pedimos ahora, ser curados;
para que todo enfermo que está postrado en el lecho
sienta tu curación.
Para
que, mientras son purificados por medio de sus padecimientos,
entren, acompañados de sus méritos,
en el reino de los cielos
entre el glorioso número de los bienaventurados.
Cante
al son de la cítara y haga resonar tu gloria el coro de los
ángeles;
proclame tu gloria, cante y vuelva a cantar:
que los astros aclamen
al Dios único, Trino de nombre. Amén. |