Christus est virtus, Patris sapientia
Cunctis, quos replet spirituali gratia
Ut possint probe dirigere normulam,
Et proximorum inlustrare opaca:
Ut digne queant frui cœlestibus.
Ipsius dono perflatus egregius
Olim hic vates nomine Hieronymus,
Omnibus notus doctrinarum fontibus,
Cunctos inrigans ex almis dogmatibus;
Ut sol resplendet in ortu ignicomus.
Hic procul cuncta sæculi negotia
Percalcans pede, velut spurcissima
Indecorosa, respuitque sæcula
Alens inopum egenaque viscera,
Sibi éterna adquirens stipendia.
Sic quoque vitam appetit monasticam,
Et sese valde stringit a regula;
Parentes, domos, emittens, et patriam,
Bethlehem invenit rura beatissima,
In qua peregit consummata opera.
Dum esset fervens calensque ingenio,
Gentiliumque summo cum studio
Pro elegante lepore prosatico,
Opusculum animo reconderet,
Tali meretur corrigi oraculo.
Nam ecce morbus invadit corpusculum
Jamque reclinis dolore in lectulo
Ex more quippe funerum vulgarium
Obsequiorum tantum ut spiritum
Redderet polo, et membra tumulo
Reconderentur repente: sed concito
Alta penetrans ducitur in spiritu,
Sistitur nempe Principi �thereo,
Procul adstabant milliarum legio
Exercitantum illi absque numero:
Mox tonans verba feriendo conquerit:
Christique servum mox ut esse comperit,
Non ita verbis, ut testatur, asserit:
Cordis thesaurum judicando aperit,
Tullianumque veraciter protulit.
Verbera jubet per membra inducere:
Corpori densa flagella ingerere:
Propere lingua ululato gemere
Cápit testari: Si umquam hunc legere
Ausus fuero, te negavi, Domine.
Tunc Angelorum adstantium millia
Supplici prece flexa orant genua;
Ut illi quóque donaretur venia:
Sicque reversus dissecata corpora
Cunctis ostendit, ut gesta veracia
Hoc probarentur; non falsa somnifera,
De quibus sæpe inludimur improba:
Sicque correctus a Divina gloria
Ambit pr�celsa cœleste Deifica;
Nec sibi affectat ultra mundialia.
Tanto doctrinæ fulget ex hinc lumine:
Tanto corusco jubar pollet, floride
Instructu ut suo rutilet insplendide
Plebs Christi, quæ est redempta sanguine,
Ipsius dono refice nos Agie.
Tu noster splendor, tu nobisque destina,
Per te clarescit ubique Ecclesia:
Tu prœliator in fide catholica,
Aries ingens fortis es in dogmata
H�reticorum destruens maceriam.
Te invidorum insequitur actio,
Te criminatorum stultorum factio,
Tibique cedit falsa commentatio,
Minime valens lubrica intentio,
Frivola, quia revertitur in nihilo.
Tibi resistens probatur h�reticus,
Moxque rejectus leputatur inscius:
Annuens tibi quisquis hic Catholicus
Noscitur fore confestim in actibus
Idoneus, probus, doctrinisque profluus.
Tutare plebem hanc sanctis suffragiis,
Corda perlustra ex c�licis donis,
Et solidata in pacis dogmatibus
Floreant verbo: f�cundi in fructibus
Adsistant cunctis in supernis sedibus.
Pr�sta tu, Pater Deus clementissime,
Unus cum Prole simul cum Sancto
Spiritu; qui cuncta gubernas imperio
Jugiter, semper, per �vi spatium,
Per infinita sæculorum sæcula.
Amen. |
Cristo es la fuerza,
la sabiduría del Padre, que llena a todos de la gracia
espiritual para que puedan cumplir bien la ley e iluminar las
sombras de sus prójimos, de manera que puedan gozar dignamente
de las moradas celestiales.
Inspirado por el don de aquel, este obispo, de
nombre Jerónimo, insigne en su tiempo, conocedor de todas las
fuentes de las ciencias, bañando a todos con santas enseñanzas,
resplandece como el sol de ígnea cabellera en su orto.
Este pisoteó
con su pie y rechazó lejos de sí todas las ocupaciones del siglo
como cosas muy impuras y vergonzosas, alimentando los estámagos
vacíos de los pobres, consiguiendo para sí la eterna recompensa.
Este busca
también la vida monástica y se sometió completamente a la regla;
dejando a sus padres, su casa y su patria, Ilegó a Belén, tierra
bienaventurada, en la que acabó sus obras.
Siendo de
caráter ardiente y fogoso y guardando en suánimocon sumo celo
las obras de los gentiles por la elegante gracia de su prosa,
merece ser corregido con esta profecía:
Pues he aquí
que la enfermedad invade su cuerpo y ya está tendido en un lecho
de dolor, sin duda según la costumbre de las exequias de unos
funerales comunes, sólo para que devolviera su espíritu al cielo
y sus miembros fueran depositados
En el
túmulo; mas de repente es conducido en espíritu velozmente
penetrando en las alturas; de manera que es puesto ante el
príncipe del cielo, junto al que estaba una incontable legión de
millares que le servían.
Enseguida,
el Tonante tornando la palabra lo interroga y tan pronto como
averigua que es siervo de Cristo, asegura que no es como declara
con sus palabras; juzgándolo descubre el tesoro de su corazón y
lo presentó como verdaderamente tuliano.
Ordena
azotar por completo sus miembros y descargar latigazos sobre su
cuerpo estirado; enseguida su lengua empezó a lamentarse a
gritos declarando: "Si alguna vez me atrevo a leer a este, es
que he renegado de ti, Señor".
Entonces los
miles de ángeles que estaban junto a Él oran arrodillados
rogándole con súplicas que se conceda el perdón al que lo está
pidiendo. Y de este modo, vuelto en sí, muestra su cuerpo
azotado a todos, de manera que con esto se probaba
Que los
hechos eran verdaderos, no vanos y falsos sueños, por los que a
menudo somos engañados. Y de este modo corregido por la gloria
divina, se entrega a escritos más elevados, celestiales y santos
y no le vuelven a tentar los mundanos.
Desde
entonces brilla tanto por la luz de su ciencia y su destello es
tan viva y brillantemente intenso, que gracias a su inspiración
el pueblo que fue redimido por la sangre de Cristo reluce con
esplendor; reconf�rtanos, santor, por su don.
Tú eres
nuestro resplandor, tú nuestro sostén, gracias a ti brilla la
Iglesia en todas partes, tú eres batallador en la fe católica,
ariete inmenso y fuerte en el dogma que destruye la muralla de
los herejes.
A ti te
persigue la acusación de los envidiosos, te incrimina la insidia
de los necios, ante ti cede la falsa disertación, no valiendo
nada la engañosa inculpación, porque fr�vola muda en nada.
El que se
opone a ti enseguida es convicto de herejía y, pronto rechazado,
es considerado un ignorante; el que está de acuerdo contigo, al
punto es reconocido como católico, digno en sus actos, bueno y
desbordante de ciencias.
Protege a
este pueblo con tus santos sufragios, ilumina los corazones con
los dones del cielo para que, reafirmados por tu palabra,
florezcan en las enseñanzas de paz y, fecundos en sus
frutos, están todos juntos en las moradas celestiales.
Concédenoslo
tú, Padre, Dios clementisimo, que, uno con el Hijo al mismo
tiempo que con el Espíritu Santo, lo gobiernas todo con tu mando
continuamente, siempre, por el espacio de la eternidad y por el
infinito número de los siglos.
Amén. |