O Dei Verbum
Patris ore proditum,
Rerum Creator, et verum principium,
Auctor perennis, lux, origo luminis,
Enixus alvo gloriosae Virginis,
Christe tu noster revera Emmanuel, Rex,
et sacerdos, cui sacri lapides
En ter quaterni onychinus, achates,
Nitens beryllus, saphirus, carbunculus,
Vel amethystus, sardius, topazius,
Smaragdus, iaspis, ligurius, chrysolitus
Riteque gemmis Sol, dies,
duodenis
Enitens horis, margaritis optimis,
Inluxit mundo jam fugatis tenebris,
Et candelabro tibi superposito,
Micans lucernis bis senis Apostolis.
Petrusque Romam, frater ejus
Achajam,
Indiam Thomas, Levi Macedoniam,
Jacobus Jebus, et Aegyptum Zelotes,
Bartholomaeus tenens Lycaoniam
Mathias Pontum, et Philippus Gallias.
Magni deinde filii tonitrui,
Adepti fulgent prece Matris inclytae
Utrique vitae culminis insignia:
Regens Joannes dextram solus Asiam,
Ejusque frater potitus Hispaniam.
Clari Magistro, clateris
innoxia
Adsciti dextram, pacis unus foedera
Tractus: sinistram alter in sententiam,
Utrique regna, bis electa pignora,
Mitridepoli properant ad gloriam.
Advectus, inquam, gloriosus
praemio,
Electus isthinc abitur martyrio,
Christi vocatur Zebedaei Jacobus,
Apostolatus jure implens debita,
Victorque rapit passionis stigmata.
Divino quippe obsitus
suffragio
Idem Magorum sontes iras, daemonum
Coercens virus, punit aemulantia:
Vivaxque demum in stolis, oraculis
In signo detur poenitens cor credulum.
Perplexus olim voti compos
commodat
Rima petenti aegro adminicula:
Optanti pandit fidei charismata,
Vexilla pacis ad salutis copiam,
Enseque functus se communit gloria.
O vere digne sanctior
Apostole
Caput refulgens aureum Hispaniae!
Tutorque nobis, et patronus vernulus,
Vitando pestem, esto salus coelitus:
Omnino pelle morbum, ulcus, facinus.
Adesto favens gregi, pius
creditor,
Mitisque pastor gregi, clero, populo;
Ope superna ut fruamur gaudio:
Regno potiti vestiamur gloria
Aeterna: per te evadamus tartarum.
Praesta, quaesumus, Unica
potentia,
Replensque gloria cunctam solus machinam,
Virtus perennis ingens, adesto gloria
Aeterna; cujus laus est et clementia;
Et honor jugis affatim per saecula.
Amen.
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Palabra de Dios, salida de la
boca del Padre,
creador y verdadero principio de las cosas,
autor eterno y luz origen de toda luz,
engendrado en el seno de la Virgen santa,
«Oh Cristo, verdaderamente Dios con nosotros! Sacerdote rey, para quien
refulgen
las doce piedras sagradas:
única, ágata, berilo, zafiro, carbuncho,
amatista,
sardio, topacio, esmeralda, jaspe, turmalina y
crisólito.
Según
lo establecido, el sol brilla y avanza,
una vez puestas en fuga las tinieblas del mundo,
durante doce horas comparables a perlas
preciosas;
de igual modo iluminan los doce apóstoles
cual lámparas que reciben de ti su resplandor.
Pedro
ilumina Roma, su hermano Acaya,
Tomás a la India, Mateo a Macedonia,
Santiago a Jerusalén y Simón a Egipto,
Bartolomé a Licaonia, Judas a Edesa,
Matías a Judea y a la Galia Felipe.
Quedan
los grandes hijos del Trueno
que, a ruegos de su generosa madre,
han conseguido con razón el honor supremo
de regir Juan sólo toda Asia
y su hermano apoderarse de España.
Apoyados
en el pecho inocente del Maestro,
al de la derecha se le concede una muerte
pacífica
mientras al de la izquierda se le augura el
martirio;
elegidas por ambos y por dos veces las arras del
reino,
avanzan mitrados a la gloria del cielo.
El uno
es conocido glorioso a recibir el premio;
el otro, Santiago el de Zebedeo,
es el elegido para ser mártir con Cristo y,
cumpliendo el deber del apostolado,
triunfa y consigue la palma del martirio.
Con la
gracia de Dios asedia a los perversos magos,
venciendo el poder de los demonios;
y quebrando la arrogancia de los envidiosos,
con vigor arguye al insensato que,
arrepentido, recibe un corazón creyente.
Satisface
los deseos del enfermo,
que suplica con ahínco su ayuda,
y abre para Él la puerta de la fe
y, con el signo de la paz, le devuelve la salud,
asegurando para sí la gloria al morir bajo la
espada.
«Oh
apóstol santísimo y digno de alabanza,
cabeza refulgente y dorada de España,
defensor nuestro y patrono nacional
s� nuestra salvación celeste contra la peste
y aleja de nosotros toda enfermedad, llaga y
maldad!
S�
piadoso con la grey que te ha sido encomendada
y buen pastor para el rey, el clero y el pueblo,
para que con tu ayuda consigamos los gozos
eternos,
nos revistamos de gloria en el reino conquistado
y no caigamos en el infierno eterno.
Te lo
pedimos a ti, Unidad todopoderosa,
que con tu poder llenas toda la tierra
y a quien es debida alabanza y clemencias
eternas,
poder y gloria para siempre,
honor por los siglos de los siglos.
Amén.
Traducción de Miguel C.
Vivancos Gómez, OSB. (prior de Montserrat)
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