Prompta
cuncta Catholicæ
Plebs alumnæ gloriæ,
Vota simul exhibete,
Et crimina pandite;
Ut cunctorum auctor clemens
Cunctis præstet præstita.
Michael etenim ille
Sublimatus nomine,
Aul� cœli conspicuus
Amori, summi Dei
Princeps Angelorum factus,
Celsusque vocabulo.
Cujus nomen ex
virtute,
Et opus ex munere
Ab Omnipotentis manu
Obtinuit servandum;
Ut in Deo glorietur
Cum sociis consortibus.
Summus Domini est iste
Magnus factus nuncius,
Qui tetrum illum horrendum
Refugumque angelum,
Debellando pr�cipitem
Demersit in erebo.
Iste
semper est protector,
Et defensor omnium:
Ut cunctotum postulata
Regi Deo offerat;
Et ab illo destinatam
Plebi præstet gratiam.
Magna siquidem est
ista
Dei festivitas,
Hujus almi Archangeli
Mich�lis Nuncii;
Quam nos celebrare oportet
Suscipereque devote;
Ut ex ejus impetratu
Mereamur omnium
Obtinere apud Deum
Veniam peccaminum:
Et beatæ vitæ regno
Perfrui post transitum.
Laus tibi per omne
tempus
Trinitas indifferens:
Una Patri, Filioque,
Inclyto Paraclito;
Cujus laus, et potestas
Per éterna sæcula.
Amen.
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Pueblo todo hijo de la
Iglesia católica,
presentad pronto vuestros votos
y al mismo tiempo confesad vuestros pecados
para que el autor de todo
conceda clemente
a todos lo que pedís. Aquel
Miguel,
elevado ciertamente por su nombre,
distinguido mensajero del sumo Dios
en la corte celestial,
fue hecho príncipe de los ángeles
y excelso por el modo en que es llamado.
Conserva plenamente
confirmados por el Omnipotente
su nombre por su virtud
y su ocupación por regalo,
de manera que se gloria en Dios
con los compañeros de igual suerte.
Este fue hecho gran
mensajero
del sumo Señor
y, venciendo a aquel
siniestro y horrendo ángel desertor,
lo sumergió de cabeza
en el erebo. Este
es siempre protector
y defensor de todos,
para ofrecer a Dios rey
las peticiones de todos sin excepción
y procurar al pueblo
la gracia por Él concedida.
Grande es ciertamente
la festividad de este día,
la de este santo mensajero,
el arcángel Miguel,
que debemos celebrar
y acogeri con devoción.
Por su intercesión merezcamos
alcanzar ante Dios el perdón
de todos los pecados
y, después de partir,
gozar del reino
de la vida bienaventurada.
Sea la gloria y sea el honor
al Padre y al Hijo y al mismo tiempo
también al Espíritu Parálito,
igual a ambos,
que, uno en la Trinidad,
reina por siempre.
Amén. |