Vocis audit� novitas refulsit,
Regis adventum recinens Superni:
Det suos Terra pariendo flores
Jure colonis.
Ninguidis septa spatiis Tolosa
Flagret accensa fidei calore;
quæ Saturnino, reboante Christo,
Martyre cápit.
Dogmate cujus simulachra cedunt;
Cujus accessu reticere discunt
D�monum vafra dominantis ora
Voce sopita.
Hic, Dei Patris Genitum colendum
Pr�dicans voce, simul et cruore,
Vincitur Tauri pedibus litandus
Victima Christo.
Hujus inlési cineres, dicato
Rite transferri tumulo merentur;
Quo fides cultu, gemini honoris
Aucta maneret.
Inde te, Christe, veniens, rogamus,
Mitis apparens veniendo justis,
Nosque victorum socians coruscis
Junge coronis.
Gloriam psallat chorus, et resultet;
Gloriam dicat, canat, et revolvat:
Nomini Trino, Deitati soli
Sidera clament.
Amen.
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Brill� la nueva voz
que oímos
anunciando la venida del rey celestial;
que la tierra dé y produzca como es debido
sus flores para los campesinos.
Que Tolosa, rodeada de
espacios nevados,
arda encendida por el fuego de la fe,
que obtuvo de Saturnino cuando con su martirio
proclarn� a Cristo.
Con su
doctrina los ídolos caen,
con su llegada las astutas bocas
de los demonios aprenden a callar,
apagadas por la voz del que las domina.
Este, por
adorar al Hijo de Dios Padre proclamántolo
con su palabra y al mismo tiempo con su sangre,
es atado a las patas de un toro
para ser ofrecido como víctima a Cristo.
Sus cenizas
intactas merecen ser trasladadas
solemnemente al túmulo [a Él. dedicado,
para que se acrecentara la fe
con el culto de su doble honor.
Por esto,
Cristo, te pedimos que vengas,
mostrándote en tu venida manso con los justos,
y uniéndonos estrechamente
a las brillantes coronas de los vencedores.
Salmodie el
coro gloria y exulte,
diga, cante y repita gloria;
al nombre trino, única deidad,
aclamen los astros.
Amén. |