Sperati
Sancti martyris
Palmam virtutis inclytam
Alternis invicem choris
Hymnis canamus mysticis.
Hunc urbs pr�pollens
Africæ
Carthago servat Martyrem:
Amplectitque Occiduus
Christo dicatus Populus.
Floret ejusdem tumulus
Eximiis virtutibus;
Ut passionis gloriam
Amplificent miracula.
Hic sacris cum
sodalibus,
Dum cogitur ad victimam,
Negavit, esse, fortiter,
Thura libanda idolis.
Exclamat namque
protinus.
Christi minister ego sum,
Quosque videtis Socios,
Tales adesse credite.
His dictis Pr�sul
impius
Commotus ira insani�,
Ferire jubet gladio
Colla piorum Martyrum.
Per hoc troph�um
fidei
Evolaverunt animæ;
Petentes Patris solium
Pares coronas capiunt.
Sicque gerentes
stigmata
Christi in carne propria,
Conformes facti sunt Christo
Cœlesti regno, ac præmio.
Deo
Patri sit gloria,
Ejusque soli Filio,
Cum Spiritu Paraclito
Regnans per omne sæculum.
Amen.
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Cantemos
himnos m�sticos
en coros alternantes,
al glorioso trofeo
del mártir Esperato. Una
ciudad del África,
la famosa Cartago,
conserva su sepulcro,
un pueblo de occidente A
Cristo dedicado, lo venera.
Su túmulo florece de virtudes
eximias, los milagros ampl�an
la gloria del martirio.
Con sus santos hermanos apresado,
cuando quieren hacer que sacrifiquen
a los dioses paganos, les responde:
no quemamos incienso ante los ídolos. Y de
inmediato da su explicación:
Soy ministro de Cristo
y éos mis compañeros
y están aquí presentes como tales.
El Presidente impío, al
escucharle,
de ira arrebatado, como un loco,
manda herir con la espada la garganta
de los valientes mártires.
Es un triunfo de fe
que hace volar sus almas,
hacia el trono del Padre,
que les ciñe coronas semejantes.
As�, llevando los signos
de Cristo en sus propios cuerpos,
se acomodan a Cristo
en el trono celeste y en su premio.
A Dios Padre la gloria
ya su único Hijo
y al Espíritu Santo,
que reina por los siglos.
Amén. |