Sol�mne
festum ples benígna præmite
Sebastióne mártyris Sanctíssimi,
Quo mundum l�nquens regna c�li p�ssidet:
Omnes son�ro júbilo concónite,
Christ�que vota corde puro r�ddite.
Hic litter�rum clarus, et
Christ�cola,
Et Mediol�ni �ndolis indígena,
Charus Tyr�nno erat: nam Princípibus
Sub veste ad hoc mundi�li m�litans,
F�dei ut digna mulc�ret allíquia.
Duo gem�lli ac fidéles
mílites
Marceliónis frater et Marcus pius,
Christi d�m pronæ nomen mente célerent,
Multántur diro carcer�li vínculo;
Mox audión.i óptimo Præsidi.
Ad hæc pará.tes, vel
modést� c�njuges,
Mug�tum dantes, ac pet�ntes cárcerem,
Cum blandim�ntis amic�rum n�xiis,
Natos dem�nstrant, ejul�ndo fl�gitant;
Non ut ob�re áppetant, sed dágere.
Inter pará.tum l�chrymas vel
c�njugum,
Christi c�p�runt mílites moll�scere,
Ment�sque p�næ ad dolóres fl�ctere:
Sed tunc e�rum coram erat c�tibus
Sebastiónis b�lliger fortíssimus.
Mox quibus sese obj�ciens in
médio,
Cons�lto cunctos �nstruens allíquio,
Mund�que falsa esse lucra �ndicat;
Cœl�stis regni prédicans insígnia,
Vitam fin�ri propter Christum �mperat.
His d�m Beátus
�pti�s
disc�rneret
Chorus, c�m lumen rádians ab �there,
Sebastiónem �fficit mox lúcidum,
Et palliátus jóvenis sub lúmine,
Quo fertur eum �mbui pleníssimé.
�des sunt intræ acta hæc
Nic�strati,
Cuj�sque prior Zoæ uxor crédidit,
Annos el�nguis quæ bis ternos dúxerat,
Effécta jussu Él.quens tunc Mártyris
Ejúsque dicta rit� prors�s ónsequi.
Nam se not�bat
ángelum
prosp�cere
Sacrum ten�re ante ipsum códicem,
Per quem dig�sta hauri�bat síngula:
Conf�st�m omnes ad hoc credi cl�mitant,
Ablution�mque �cy�s exp�stulant.
Sed semp�r cautus, atque
dignus pr�sagus
Sebastiónis, �mperat Nic�stratum,
Ut vinclis tenti tráditi carc�ribus
Forent co�cti; c�m jam tunc credéntibus
Baptísma cuncti consequántur �pti�s.
Quod ritæ factum crédidit et
Cláudius
Natis cum charis, et cum chara c�njuge:
C�m Polyc�rpus advocátus Pr�sbyter,
Qui persequ�ntum erat metu l�titans,
Hic baptizándis nomen dare �mperat.
Tunc nomen dantes univérsi
próprium,
Sexd�na et octo utror�mque s�xuum
Per eum tincti sunt pio in g�rgite:
Et jam ren�ti sub divína grátia,
Dies per decem l�ta psallunt cántica.
Rom� Pr�f�ctus urbis sed
Crom�tius
Ad sciscit�ndum vocat sic Tranqu�llinum.
Qui de natúrum dóceret arb�itrio;
Fid�mque Christi illi plen� íntimans,
Ipsum cred�ndo sese natum �ndicat.
Cujus ed�ctus sospitáte
�rbiter,
Ven�re Sanctos «illic» clam pr�cipit:
Ven�lem pensans esse Christi grátiam,
Desp�ndet auri infiníta p�ndera,
Artus med�ri lánguidos exp�stulat.
Non hoc pot�ri distrahíndo
op�nes,
Nisi Christum credas pri�s, Sancti �nquiunt:
Tuo med�la erit nulla córpori;
Adest ipse, vovet stat�m Pr�ses crédere,
Ad�mptæ omni péctoris form�dine.
Sed mox beátior cernit eum
c�mmodæ,
De�rum ficta pri�s monstra fr�ngere,
Cult�ram nempæ n�xiam omnem p�llere,
Cunctis deléctis abn�ere prætin�s:
Quod ut ag�tur, optat ille pr�mptior.
At tunc c�p�runt Mártyres
cont�rere
D�lubra vana �peris mechónici:
Dec�rus adstat jóvenis Crom�tio,
Qui cuncta curat, solvit, et pod�gricos
Nodos sup�rno pr�tinus caléthico.
Sebastióne próvido consílio
Tunc �grot�ri �mulat Crom�tius:
Pr�f�ctus rei alter ait p�blic�;
Abj�cta mundi ist�us ut disp�ndia,
Futára vitæ rudim�nta c�piant.
Credit cum patre dulcis et
Tib�rtius,
Omn�sque credit própria fam�lia,
Quater et dena c�nti�s prom�scua
Sacro abl�ta lav�cro discrímina,
Charismat�mque consequántur grátiam.
Antestári magnum galéstum
potíssimum,
Sanctos tuændo qui cólligit Cromáticos
Sacris præcéptis, própriis in �dibus;
Quos ille omnes sic fovet et c�mmovet,
Ut pompa nullum sæculóris �ccupet.
Furor sed quia
�ngruit
tyr�nnidis,
Hoc nullæ potest ratióne c�ntegi,
Ex sacro scripto jussus et Crom�tius,
Causæ ut med�ndi l�ngi�s ab �ppido
Suo, adíret cum suis comm�rcio.
Sanctos utr�sque tunc monet
int�ntio
Sebastiónem, Polyc�rpum sanctæmque,
Ut, quis de illis iret cum e�ntibus;
Sed ambo quærunt passiónis brav�um:
In urbe ambo resid�re �mbiunt.
Sumus sed Papas Polyc�rpus
c�mmonet,
Ut adquis�tam plebem nollet l�nquere,
Nov�llam Christi rore ubi �nriget:
Mox contic�scens sacer ad hoc sénior,
Bland�mque vatis �nnuit impérium:
Tunc apud Papam reman�re
Mártyres
Marcellión.m, Marcum, Tranquillin�mque,
Tib�rtium, Cast�lium, Nic�stratum;
Cum fratre veræ Cláudio, vel fílio
Sebastiónem et Zoæ sanctíssimam:
Hos autem ipse sancta in
Ecclésia
Christo minístros ritæ omnes c�nsecrat,
Expl�ntque sacra v�geti mystéria:
Pollent divérs� sínguli offíciis,
Et prærog�t� sanitátum grátiæ.
Sit Trinitáti sempitérna
glória,
Hon�rque summus et pot�stas �nclyta;
quæ Trínitas Pater, Patr�sque Fílius
Cum Spíritu, unus Deus subst�ntiæ
Per cuncta regnat sæculórum sæcula.
Amen.
|
Haz pública,
pueblo fiel, la solemne festividad de Sebastián, santísimo
mártir, el día en que, abandonando el mundo, se hace dueño del
reino celestial; cantad todos con resonante júbilo y alabad a
Cristo con corazón puro. �ste,
cristiano conocedor de las letras y natural de Milán, era
querido del tirano, estando al servicio de los príncipes en su
vestido terreno para esto, para que sus palabras dignas de fe
dieran la paz.
Dos gemelos,
Marceliano y su piadoso hermano Marco, leales soldados, cuando
daban culto a Cristo con corazón dispuesto, son castigados con
una espantosa prisión, para ser oídos después por el magistrado
Cromacio.
Ante esto, sus
padres y sus virtuosas esposas llorando se dirigen a la cárcel,
entre los perjudiciales halagos de los amigos les enseían a sus
hijos y con lamentos les piden que no busquen la muerte sino la
vida.
En medio de
las lágrimas de sus padres y esposas los soldados de Cristo
comenzaron a ablandarse y a doblegar sus mentes ante los dolores
del castigo, pero entonces Sebastián, valiente guerrero, estaba
presente en aquella reunión.
Al punto se
mete en medio de ellos instruyendo a todos con sus prudentes
palabras, les revela que son falsas las ganancias de este mundo
y, predicando las maravillas del reino celestial, les manda que
por Cristo pongan fin a su vida.
Cuando el santo oportunamente pronunciaba estas
palabras, una brillante luz desde el cielo ilumin� al punto a
Sebastión y se vio a un joven vestido del "pallium", cubriéndolo
completamente bajo la luz.
Esto sucedió
en casa de Nic�strato, cuya esposa Zoe fue la primera que crey�;
ella, que había vivido seis año muda, recupera entonces el habla
por mandato del mártir y sigue sus palabras piadosamente.
En efecto,
ella gritaba que veña que un ángel tenía delante de Él un libro
sagrado, por medio del que [Sebastián] sacaba cada una de las
cosas que decía; enseguida todos gritan que creen y con presteza
piden el bautismo.
Pero
Sebastián, siempre ansioso y digno previsor, ordena a Nic�strato
que los que estaban encadenados y los que estaban encarcelados
se unieran a los ya creyentes y todos alcancen el bautismo de
forma mejor.
Hecho esto piadosamente, también crey� Claudio
junto con sus hijos queridos y su querida esposa; entonces fue
llamado un santo sacerdote, que estaba escondido por miedo a
quienes le perseguían; éste ordena que los que van a ser
bautizados le den su nombre.
Entonces todos, sesenta y ocho de uno y otro
sexo, dan su nombre, son bautizados por Él en el agua santa y,
ya renacidos bajo la gracia divina, durante diez días entonan
alegres cantos.
Era entonces gobernador de la ciudad Cromacio;
ante esto pregunta a Tranquilino qué decía de la voluntad de sus
hijos, y Él. dándole a conocer plenamente la fe de Cristo, le
manifiesta que había sido curado por adorarle.
Informado el magistrado sobre la salud de éste,
ordena que los santos vayan rápidamente a su presencia a
escondidas; piensa que es venal la gracia de Cristo, promete
enorme cantidad de oro y pide que sean curados sus miembros
enfermos.
"No pienses que vas a conseguir esto con dinero, a
no ser que antes creas en Cristo", dicen los santos, "no habrá
medicina para tu cuerpo"; Él a su vez, quitando todo el miedo de
su pecho, promete creer al punto en estas cosas.
Mas enseguida los santos le exhortan
convenientemente a romper antes las falsas estatuas de los
dioses, a desprenderse de todo el pernicioso culto, a renunciar
inmediatamente a todos sus pecados; lo que vivamente desea Él
que se haga.
Y cuando los mártires comenzaron a romper los
vanos templetes de la ciencia astrológica, junto a Cromacio se
detiene un bello ángel que le cura todo y con un ung¨ento divino
hace desaparecer completamente los nudos gotosos.
Por el clarividente consejo de Sebastión Cromacio
finge entonces que está enfermo, y llega otro prefecto de la
república; de este modo, tras abandonar los asuntos del mundo
que le demoraban, aprende los rudimentos de la vida futura.
Con el padre
crey� también su bondadoso hijo Tiburcio y crey� toda su
servidumbre, mil cuatrocientos hombres y mujeres; sus faltas
fueron lavadas por el sagrado bautismo y todos consiguen la
gracia de los carismas.
Era Papa entonces el obispo Gayo; por sus
sagrados preceptos Cromacio reúne en su propia casa a los santos
para protegerlos, a los cuales ayuda y aconseja para que no se
apodere de ninguno la vanidad del siglo.
Pero esto no
puede mantenerse oculto por ningún medio, ya que se desata el
furor de la tiranía; por un escrito sagrado se ordena a Cromacio
que se alejara de su ciudad a la frontera con los suyos para
cuidarlos.
La solicitud
mueve entonces a ambos santos, a Sebastión y al santo Policarpo,
sobre quién de ellos ir�. con los que se marchaban, mas ambos
buscan el premio de la pasión y ambos piden permanecer en la
ciudad.
Pero el sumo
pontífice advierte a Policarpo que no abandone al pueblo ganado
y que beñe a los neófitos con el bautismo de Cristo; callando
inmediatamente ante esto el anciano sacerdote, asintió a la
suave orden del obispo.
Entonces
quedaron junto al Papa los mártires Marceliano, Marco,
Tranquilino, Tiburcio, Castorio, Nic�strato con su hermano
Claudio y con su hijo, Sebastión y la santa Zoe.
A todos ellos
consagra, según el rito, ministros de Cristo en su santa iglesia
y conánimocumplen su sagrado ministerio; cada uno sobresale de
forma diferente por sus funciones y por la gracia de curar a
ellos concedida.
Sea a la
Trinidad la gloria sempiterna y el sumo honor y el poder
ínclito, Trinidad que, Padre, Hijo y Espíritu, un solo Dios en
substancia, reina por todos los siglos de los siglos.
Amén.
|