Jam
nunc ad illum properare convenit,
Quia passionis tempus arguet immane
Apostolorum namque natalitio
Zoe beata dum oraret, promptior
Celso per sontem tradidit spiritum.
Dies deductos octo post,
Tranquillinus
Pauli ad aulam orans, nihilominus
Diro est hic tunc dilapidatus saxo,
Vasto dimersum corpus et in flumine;
Mens vero efflat arduo in sidere:
Horum protinus requirentes
corpora
Nicostratus et Claudius cum sobole
Diebus tenti decem, cum Castorio
Mersi marinis amnibus in fluctibus,
Explerunt dignum passionis præmium.
Torquatus Sanctis
fraudulenter nectitur,
Commento cujus capitur Tiburtius
Affectu s�vo, atque diro vindice;
Quem et mucrone imperavit plectere,
Christoque fortem consecravit Martyrem.
Sanctorum hospes Castulus
Zetarius
Captus est; Christi Martyr mox efficitur:
Postquam deinde verberati lanceis
Marcellianus sanctus et Marcus probus,
Sic laureati fundunt cœlo spiritum.
Togam Deo post acquisitam
candidam,
Pulcer ut gregem pastor Christo traditum
Sebastianus, pédagogus optimus
Insidiatur; per crudoles vincitur,
Ac servis ductus principum obtutibus:
Quem jam, Tyrannus imperat
mox impius
Duci in campum, et sagittis insui:
Sed Christi postea sanatus gratia,
Inter flagella demum vitam terminans,
Arcem sacratam evolat in �thera.
Adesto nunc beate jam
precantibus
Sebastiane; jam tuere servulos
Sancto cum illo comitatu proprio:
Dimitte culpam, atque præsta veniam;
Quo omnes fruamur gaudio cœlesti.
Fraterna Clerum charitas
conglutinet:
Nullum simultas a caterva disgreget:
Fucus, rubigo, luxus, avaritia
Abscedat; omnis impia conventio:
Christum ut mente semper pure ambiant.
Jugum, quo gens impie nunc
nos comprimit,
Tuo depelle adjumento gratiæ;
Hostis nec morbus adsit, vel penuria:
Adversa cuncta ocyus effugiant:
Pax sit perennis, functis quies placita.
Non nos in ira Judex tunc
corripiat,
Cum terror ejus fulserit in gloria:
Nec ignis vorax mancipandos adprobet,
Sed te sequentes pr�vium potissimum
Sanctorum simus compotes consortio.
Pr�sta, oramus, Trinitas
indifferens
Desiderata tibi confitentibus;
Qui solus nomen Deitatis obtinens
Pater cum Verbo, atque Sancto Spiritu,
In Trinitate regnas in perpetuum.
Amen.
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Ya ahora conviene
acercarnos a aquellos
a quienes apremia el terrible momento del martirio;
pues en el aniversario de los apóstoles
la bienaventurada Zoe, mientras oraba devotamente,
entregó en herencia su espíritu a lo alto
Después de pasados ocho
días,
mientras Tranquilino oraba en la tumba de Pablo
fue igualmente lapidado por los crueles golpes
de las piedras y su cuerpo sumergido en el caudaloso río,
pero su alma vuela al alto cielo.
Inmediatamente
después,
cuando Nic�strato y Claudio y su hijo junto con Castorio
buscaban sus cuerpos, fueron detenidos durante diez días
y sumergidos con unas anclas en las aguas del mar
alcanzando el premio digno del martirio.
Torcuato
finge unirse a los santos,
y por su maquinación es apresado Tiburcio
y llevado a presencia de un duro y cruel juez,
el cual ordenó matarlo con la espada
consagrándolo así a Cristo como valeroso mártir.
El mayordomo
C�stulo, que hospedaba a los santos,
fue apresado, convirtiéndose enseguida en mártir de Cristo,
y después fueron lanceados
el santo Marceliano y el probo Marco;
así coronados de laurel entregan su espíritu al cielo.
Después de
ganar para Dios al grupo de blanca toga
y entregar a Cristo la grey, Sebastián, su noble pastor,
el mejor guía, es asechado
y apresado por unos desalmados
y es llevado a la temible presencia de los príncipes.
Enseguida
los impíos tiranos ordenan
que sea llevado a un campo y cosido a saetas,
pero, sanado después por la gracia de Cristo,
termina finalmente su vida entre azotes
y vuela al sagrado alcázar de los cielos.
Ayuda ahora
ya a quienes te ruegan,
bienaventurado Sebastián, protege ya a tus humildes servidores
con aquella santa comitiva tuya,
no tengas en cuenta nuestra culpa y proc�ranos el perdón,
que todos disfrutemos del gozo celestial.
Que la
caridad fraterna aglutine al clero,
que a ninguno aparte de la comunidad la rivalidad,
la púrpura, la envidia, el lujo, la avaricia,
al�jese todo impío sectarismo,
que el alma pura aspire ya convenientemente a Cristo.
Con la ayuda
de tu gracia aparta a los infieles
y el yugo que impíamente nos oprime,
están lejos de nosotros la enfermedad, el enemigo, la escasez,
huya pronto toda adversidad, haya paz perenne
y un plácido descanso para los difuntos.
No nos
arrastre el juez en su ira
cuando su terror brille en la gloria,
ni el fuego devorador nos admita para ser esclavizados,
sino que siguiéndote como al mejor guía,
gocemos de la participación en la suerte de los santos.
Te lo
rogamos, Trinidad indistinta,
concede los deseos a los que te confesamos,
tú el único que, teniendo el nombre de divinidad,
el Padre con el Verbo y el Espíritu Santo
en la Trinidad reinas por siempre.
Amén. |