En
festum prodiit Virginis inclyt�
Micans Euphemiæ martyris optim�,
Omnes nunc populi psallite modulis.
Reddentes vota gnaviter.
Occurrens Dominus purget ut
intima
Clemens adtribuat munera gratiæ,
Qui se nunc militum carmina promere
Sanctorum queat Laudibus.
H�c namque Domino Augusta
deserviens,
Semet dum dedicat Principi célico,
Livore d�monum pungitur illico,
Ne Christum voce pr�dicet.
Felix Euphemia, sed pia
permanens;
Ut ad illam perfidus venit rugitu
Murmur, subito munere Spiritus
Et mente clara redditur.
Pudica moribus, inclyta
genere,
Immixta populis Calcedonensibus,
Ut Christo militat, mente deliberat,
Ut virgo quoque maneat.
Sed hostis noscitur ipse,
qui invidus
Furorem judicis concitat invidi;
Sanctam ut idolis thura libaminis
Offerre cogat impie.
Virgo sed sociis juncta
piissimis,
Quos septem numero septies indidit
Dicatos nisibus passioni Martyrum,
Certamen l�ta suscipit.
Flammas ingreditur, cingitur
ignibus,
Se Christo reddere vocibus intonat,
Cœlestem gratiam, ut flectat orantibus,
Persolvens vota laudibus.
Inl�sa prodiens, carcere
traditur,
Mirantur milites talia cominus
Vidisse: sed Pr�sul ipse nec territus,
S�vus monet aliter.
Arena subito ponti demergere
Dicatam Domino virginem imperat,
Insontem rabidus perducere cupiens;
Et Martyr vota solvere.
Sed Martyr Domini talia
sustinens,
Jam suum spiritum suscipi cogitat;
Ut mixta c�litus agmina Martyrum
Valerent vota consequi
Unde nunc avidi, Virgo, te
gnaviter
Oramus populi, lavacri filii,
Mittens, miseransque cólica munera,
Piorum preces audias.
Jam Christe miseris esto
misericors,
Et Sanctæ meritis solve piacula,
Nobis perpetua gaudia tribuens,
Domine Deus, omnibus.
Sit trino Domino gloria
sedula,
Regnum perpetuum, atque potentia,
Virtute solita, qui regit omnia,
Sustentat pie condita.
Amen.
|
Empezamos la fiesta de
la virgen célebre,
Eufemia, la que brilla como excelsa mártir,
cantad, pueblos, ahora, modulando las sílabas:
ofreced vuestros votos. Que Dios se haga presente y purgue el interior,
clemente, nos reparta los dones de su gracia,
ya que se aviene a escuchar los cantos
que ensalzan a los mártires.
Esta en concreto que a la esposa sirve del emperador,
mientras dedica su virtud al Príncipe de los altos cielos,
se ve atacada por la envidia injusta de los demonios
para impedirle que predique a Cristo.
La feliz Eufemia permanece virgen,
cuando hasta ella llega el pérfido murmullo
como un rugido repentino que perturba el alma;
pero su mente clara permanece.
P�dica en sus costumbres, de alta cuna,
bienquista a las personas de su Calcedonia,
militante de Cristo, delibera cómo
mantener intacta su virginidad.
Hay un malvado que, envidioso Él mismo,
incita a otro envidioso, el juez propuesto,
que obligue a la doncella a ofrecer incienso
en ofrenda a los ídolos.
La virgen ya está junta con sus hermanos mártires
que en número de siete ya están adoctrinados,
entrenados por ella a intentar el martirio:
con alegría inicia su combate.
Penetra en las llamas, la rodea el fuego,
y entra gritando que a Cristo quiere devolver su gracia
para atraerse a los que están orando a la vera del fuego,
ofreciendo sus votos y sus laudes.
Sale del fuego ilesa, la encierran en la cárcel,
se admiran los soldados de las cosas que han visto,
pero es el Presidente el que sin aterrarse
severo les advierte.
De la playa en la arena manda que entierren pronto
a la santa Virgen consagrada a Cristo,
deseando rabioso acabar con la inocente,
como ella quiere ofrendar su voto.
Y la mártir de Dios, que ha soportado
tales martirios, ya considera que el Señor acepta
su ofrecimiento, que ya en el cielo, junto a los mártires
obtendr� su anhelo.
Por eso, Virgen, ávidos pueblos, valientemente
hoy te aclamamos, hijos del Bautismo,
tú, piadosa, oye nuestras preces
y envíanos dones celestiales.
Ya, Cristo nuestro, mira piadoso nuestras miserias
y por los méritos de esta santa virgen, líbranos de culpas,
otorgándonos gozos sempiternos,
Señor, Dios de todos.
Al Señor trino gloria afectuosa,
reino perpetuo y poder supremo:
Él. que rige todo con su inmensa fuerza
y todo lo conserva piadosamente.
Amén. |