La Ermita. Rito hispano-mozárabe

 

EL OFICIO DIVINO O LITURGIA DE LAS HORAS

Breviario

 

HYMNUS / HIMNO

O magne rerum Christe Rector inclyte! (1)
(Die XII Novembris. In festo sancti �miliani abbatis et confessoris. Ad Vesperum, in Laudibus / 12 de noviembre. San Emiliano, abad y confesor. Vísperas y Laudes).
   O magne rerum Christe Rector inclyte!
Parent Olympi perpetim cui sidera;
Et vota festis annuis faventia
Largire nobis casta, præbe et sobria,
Placare quæ possint tuam clementiam.

   Plebs ecce cuncta debitum recursibus
Solvit dierum, prona corde et corpore;
Confisa mente deprecans suffragium;
Ut singulorum ponderata quístibus,
Sustollat alma pectora indulgentia.

   L�tum rependit carminum concentibus
Cantum, sonoro pangit ore, et faucibus
Tua potenter, supplicans, ut dextera
Probrosa tollens, acta nostra corrigas,
Sis et malorum fautor intus flentium.

   Semper petentes impetrare possumus
Nostri medelam morbi, expiatos moribus;
Si nos benignus, et pius respexeris,
Qui tanta tantis contulisti servulis,
Ut nihil Patrono isto desit gratiæ.

   Culpas gementes pandimus miserrimi,
Non obsequelam perdituri credimus;
Cum copiosa pascitur potentia
Regis; et adstat Supplicator optimus,
Qui flectere iram poteratque noxiam.

   Ne quod beatis sentiat cohortibus,
Hostis duellis pullulare casibus:
Ne vas caducum germinaret odia,
Fraudem, dolumve permoveri machinis,
Flamma pudicis conflagrare liliis.

   H�c mente fixa clara dum revolvimus,
Libet dicatum prédicare servulum;
Tuum ministrum, Christe Jesu, vernulum;
Et festa mixtis gaudiis cum pangimus,
Sequatur in die tota te laudatio.

   Tu sacra templa, tu Pater, coelestia
Habes sacrata, tu Deus per sæcula
Regno potiris, et regis pr�sentia
In Sancta Sanctis cerneris mirabilis,
Regnansque solus mira factis exeris.

   Hinc obsecramus expiari munere,
Redire prorsus ut signas; jam perditos
Coeli receptes, collocesque in Regia:
Qui das, resurgant ut perempta corpora,
Concede, corda ut convalescant gratia.

   Nostrum reatum confitentes prodimus,
Fr�natos ictus occidat sententia,
quæ rodit atram dira conscientiam:
Rogare donat, cum voluntas prospera
Tua patentem prodit os ac januam.

   Momenta nulla transvolant in tempora,
quæ non sint turpi sordidata crimine:
Succedat ante, quæsumus, contagia,
Sit digna nostris pessimis purgatio,
Quam reddat ultrix poenam factis debitam.

   Videmus orbos restitutos lumine,
Claudosque plantis exilire tumidis;
Consumpta tabe membra convalescere;
Mortis sopore pressa demum surgere
L�tos deinde convenire sospites;

   Tortos repelli, et fugari d�monas
Tormentis poenis ejulantes Tartari:
Adire et coelum versipellis angeli,
Suo latenter confodique vulnere,
Suisque telis sauciatum conteri. 

  Ut Conditoris hæc patent miracula,
Sic claudicantes mentis �gritudine:
Serpens repulsus deserat nequissimus;
Sic nigra corda nubilo socordiæ
Fulgore suo promicent clarissima.

   H�c nempe virtus Christus est tutissima,
�milianum quæ tulit per ardua
vitæ troph�a, quæ coronat præmio:
Nostris ut esset sæculis sectabilis;
Foretque fortis advocatus infimis.

   Hymnite mecum consonante carmine,
Narrate cuncta, prédicate, et psallite
Regi perenni, cujus hæc sunt omnia,
Nostri clamoris et resultent cantica,
Polique templa resonent concentibus.

   Offerte Summo gloriam et Sublimi,
Offerte honorem Trinitati maximum,
Offerte grates sæculorum Principi,
Offerte psalmum vocibus, vel actibus,
Offerte laudem sempiterna in sæcula.
      Amen.

 

   Oh Cristo, grande y glorioso regidor del mundo,
a quien obedecen perpetuamente las estrellas del Olimpo,
en esta festividad anual concédenos con largueza
los deseos que nos beneficien, danos castidad y moderación
para que puedan conciliarnos tu clemencia.

   He aqui tu pueblo todo que, inclinado en su corazón
y en su cuerpo, paga su deuda a la vuelta de los días,
rogando tu amparo con espíritu firme
para que tu bienhechora indulgencia alivie
los corazones de todos del peso de sus lamentos.

   Te paga un canto alegre con los acordes de estos versos,
te canta con la sonora voz de su garganta,
pidiéndote suplicantes que, quitando con tu diestra
nuestras viles acciones, las corrijas y seas protector
de los que en su interior lloran por sus maldades.

   Rogando sin cesar te pedimos alcanzar
el remedio para nuestras malsanas costumbres,
si benigno y misericordioso nos miraras tú,
que a tantos siervos concediste tanto,
para que no falte tu gracia a este nuestro patrón.

   Llenos de desdicha y con lágrimas
confesamos nuestras culpas,
creemos que no vamos a perder tu condescendencia
cuando se pide tu gran poder y a los reos asiste
el mejor intercesor para desviar tu ira y aplastar el mal.

    Que el enemigo rebelde sienta
que en las cohortes de los bienaventurados
no abundan las caídas, que [al ser] pasajera la impiedad
no produce odios, que no se provocan el engaño o la mentira con maquinaciones, que no arden llamas en los castos lirios.

   Mientras meditamos esto con espíritu debidamente firme,
es grato, Cristo Jesús, proclamar a tu piadoso siervo,
tu ministro coterráneo nuestro, de manera que,
cuando celebramos su festividad  uniendo nuestros gozos,
te siga entonces toda nuestra alabanza.

   T�, Padre, tienes los sagrados templos,
tú los sagrados cielos, tú, Dios, eres dueño del reino
por los siglos y riges el presente,
tú, santo, apareces admirable en los santos y,
reinando tú solo, desvelas maravillas con tus hechos.

   Por esto te suplicamos ser purificados por tu don, de manera
que, ya perdidos, nos permitas volver  por el camino recto,
nos recibas y nos pongas en el palacio del rey;
tú, que haces que los cuerpos muertos resuciten,
concédenos que nuestros corazones se inflamen con tu gracia.

   Descubrimos y confesamos nuestra culpa,
det�nganse los golpes, sea revocada la sentencia
que corroe terrible nuestra negra conciencia,
cuando tu voluntad propicia nos concede a nosotros
pródigos rogar ante tu puerta abierta.

   Ning�n momento vuela en el tiempo
que no haya sido ensuciado por la mancha del crimen;
te lo rogamos, que la purificación adecuada
a nuestras písimas manchas llegue antes de que un castigo
vengador nos haga pagar la deuda por nuestras obras.

   Vemos que los ciegos son devueltos a la luz,
que los cojos saltan con sus pies llenos de vida,
que los miembros consumidos por la enfermedad se recuperan
y los oprimidos por el sueño de la muerte finalmente resucitan,
que después se congregan contentos y a salvo;

   Que los demonios torturados son arrojados y ahuyentados,
que sufren tormentos quejándose por sus castigos,
que la venenosa serpiente del astuto ángel
es traspasada por su propia arma oculta
y, herida por sus propios dardos, es aplastada.

   As� como brillan estos milagros del creador,
así la depravadisima serpiente, arrojada,
abandone a los que cojean por la enfermedad del alma,
así los corazones ennegrecidos por la oscuridad de la pereza
resplandezcan brillantísimos con tu sereno fulgor.

   Es sin duda la segurísima fuerza de Cristo
 la que llevó a Millán por dificultades,
la que corona sus victorias con el premio de la vida
para que fuera guía para nuestros siglos
y fuera poderoso abogado para los débiles.

   Cantad himnos conmigo, armonizad conmigo en el verso,
nombrad todos, alabad y salmodiad al rey eterno,
de quien son todas estas cosas,
que exulten con los gritos de nuestro cántico
y que los cielos resuenen con los acordes de los templos.

   Sea gloria al Padre, gloria al Hijo,
junto con el Espíritu Santo Parálito,
que, un solo Dios, rige la máquina del mundo,
dispone todas las cosas haciendo pasar el tiempo,
y tiene el reino por los siglos eternos.
   Amén. 2

1.Breviarium Gothicum, ff. CCCXIX-CCCXX.
Traducción: Castro Sánchez, José (introducción, traducción, índices y notas) - García Ruiz, Emilio (col.), Corpus christianorum in translation, 19. Himnodia Hispánica. Himno nº 87. Para el día de san Millán, abad. Ed. Brepols, Turnhout 2014, pp. 245-247.

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