La Ermita. Rito hispano-mozárabe

EL OFICIO DIVINO O LITURGIA DE LAS HORAS

Breviario
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HYMNI / HIMNOS

DIE IX* JANUARII.
IN SOLEMNITATE
SANCTORUM JULIANI ET BASILISS»,
VEL COMITUM EJUS.

DÍA 9* DE ENERO.
EN LA SOLEMNIDAD
DE LOS SANTOS JULIÓN Y BASILISA,
Y COMPAñEROS.

* Nota. 7 de enero en el calendario actual.

ÍNDICE
Insigne festum Juliani martyris / Es la insigne festividad del mártir Julión (Vísperas)
Jam passionis inchoandæ gloria / La fe del bienaventurado Julión (otro de Vísperas
Juliam vita martyris / La vida del mártir Julión (Laudes)

Ad Vesperos / A Vísperas (1)

   Insigne festum Juliani martyris,
Quo cara stringens Virginis consortia,
C�los adeptus fit supernus incola:
Plebis dicat� multitudo personet,
Fidesque plena singulorum nunciat.

    Hic Julianus sorte claro germine,
Civis togat� urbis Antiochi�,
Imbutus omni disciplina artium,
Inlustre pignus unicum parentibus,
Vitam gerebat consecratam moribus.

   Qui bis novenis annuis recursibus,
Spem cum serendæ prolis in se ostenderet,
Adsunt parentes: Jure nuptum suggerunt,
Quo liberorum casta procreatio
Avos perenni consecraret nomine.

   Sed ecce, Christi servus ad Deum ugit
Septem diebus, noctibusque pervigil:
Quid ipse dicat, quid velit, jam consulit.
Adest Deus, docet fidelem servulum:
Jubens, salutis appetit connubium.

    Firmatus idem gr$1tiæ oraculis,
Surgit, parenti l�tior consentiens:
Ex more virgo tunc puella qu�ritur;
Mox Basilissa sorte huic desponditur,
Decus decori compar hic adjungitur.

   Adest et ipse nuptiarum jam dies:
Urbis vocata multitudo convenit:
Plebes vicinæ civitatum confluunt;
Urbana l�t� concinentes cantica,
Amore carnis perstrepentes cymbala.

   Sparsis sonorum musicis conventibus,
Melos per omnem civitatem personat,
Cantu sonora concrepabant organa,
Lyræ strepentes tinniebant chordulæ,
Clavis plateæ perstrepebant citharis.

    Sed hæc Beatus gestiens contemnere,
Mentem futuræ præparat victoriæ:
At ipse victor, tradita cum Virgine,
Intrat sacratum jam thori cubiculum,
Illic reclines contuentur mox Deum.

   Sed prima Virgo dona sentit munerum,
Quibus, beato mox odoris nectare
Thoris refusa, jam sacrata horresceret:
Hinc fundamenta contremescunt lectuli,
Et luce clara innovantur cálibes.

   Fulgore jam post hinc pr�eunte lampadum,
Rex Christus illis luce clara ostenditur,
Chori Angelorum, vel sacrarum Virginum
Visu salutis intuentur cernuo;
 Jam tunc foventur, tunc docentur amplius.

   Hoc sacrosancto provocati munere,
Junguntur ambo junctione spiritus,
Et carnis actum nescientes lubricum,
Tenent beatum cálibes connubium,
Quo spirituales proferant partus Deo.

   Functis deinde protinus parentibus,
Claro superstites liberorum nomine,
Fundos, domosque pr�diorum dividunt
Quibus virorum, virginumque fulgida
Dicanda Christo consecrant c�nobia.

   Sed palma florens Juliani martyris,
Decem virorum millibus pr�tenditur,
Isdem paterno quos regebat ambitu.
Hinc et choreis Basilissa Virginum
Stipata floret gratia charismatum.

   Erat futuro Martyri hoc proprium,
Cum sacrosancta Basilissa conjuge,
Ut oris ejus igne tactus quispiam,
Statim supernam consecutus gratiam,
Terrena linquens, stringeret cœlestia.

   Sic sic docentes Plebium frequentiam,
Sic multa Christo consecrantes millia,
Duæ lucernæ candelabro imposit�,
Lucent sereno claritatis lumine,
Fulgent perenni gratiarum lampade.

   Hinc, Basilissa commonente virgines,
Columna lucis eminens apparuit,
Styli beatam scriptionem pr�ferens,
quæ deputatam Virginum frequentiam,
Deo placente, prédicaret fulgidam.

   Sui precatus Virgo vota obtinens,
Pr�mittit omnes jam locandas Virgines
Cœlestis aulæ in beato sidere,
Quas ipse claro fine mortis adsequens,
Orationi incubans, defungitur.

   Sit Trinitati sempiterna gloria,
Honorque summus, et potestas inclyta:
quæ Trinitas Pater, Patrisque Filius,
Cum Spiritu, unus Deus substantia
Per cuncta regnat sæculorum sæcula.
      Amen.

 

   Es la insigne festividad del mártir Julión,
en la que, refrenando su preciosa unión con una virgen,
alcanzó los cielos haciéndose habitante de lo alto;
que la multitud del pueblo consagrado la celebre
y que la plena fe de cada uno la anuncie.

   Este Julión, de ilustre linaje por nacimiento,
ciudadano de la togada ciudad de Antioquía,
formado en el estudio de todas las artes,
única prenda honrosa de sus padres,
llevaba una vida de santas costumbres.

   Como a los dieciocho años mostrara en sí mismo
la esperanza de engendrar prole,
los padres se le acercan y le sugieren que se case
para que la casta procreación de los hijos los consagrara
como abuelos con la perpetuación de su nombre.

   Pero he aquí que el siervo de Cristo se refugia en Dios
y, en permanente vela siete días con sus noches,
le consulta entonces qué dice Él. qué quiere;
se le aparece Dios, que guía a su siervo fiel y le ordena
que busque el matrimonio de salud.

   Fortalecido Él por los oráculos de la gracia,
se levanta asintiendo con alegría a su padre;
según la costumbre se busca entonces una joven doncella;
tan pronto como por suerte le es prometida Basilisa,
en ese momento se une a la gloria igual gloria.

   Llega el día mismo de la boda,
acude invitada una multitud del lugar, a
fluyen gentes de las ciudades vecinas
cantando con alegría canciones urbanas,
haciendo resonar los cémbalos por el amor carnal.

   Esparcidos los conjuntos musicales,
resuena por toda la ciudad una sonora melodía:
árganos sonoros estallaban con su canto,
las cuerdas de la lira resonaban bordoneando,
las plazas retumbaban con las cóncavas cítaras.

   Por su parte el bienaventurado, que deseaba vivamente menospreciar estas cosas, prepara su alma para la victoria futura; y Él mismo entra ya victorioso con la doncella que le había sido entregada en la sagrada alcoba del lecho conyugal; allí arrodillados enseguida dirigen sus ojos a Dios.

   Pero es la doncella la primera en sentir los dones de los favores, de modo que saciada de ellos, tan pronto como se esparce el olor del sagrado néctar, se horrorizaba del lecho conyugal; después se estremecen los cimientos de la cama y los cálibes presentan un aspecto nuevo por la brillante luz.

   Después de esto, precedido por el resplandor de las luminarias, Cristo rey se les aparece en medio de la brillante luz
del coro de ángeles y sagradas vírgenes; prosternados contemplan la visión de la salud; ya entonces son acogidos, entonces son profusamente enseñados.

   Llamados por este sacrosanto don,
se unen ambos con la unión del espíritu
e, ignorando el acto lascivo de la carne,
mantienen como cálibes un matrimonio santo
para ofrecer a Dios su espiritual descendencia.

   Al morir inmediatamente después los padres,
sobreviviendo con el ilustre nombre de hijos,
dividen sus fundos y las casas de sus predios,
en los que consagran luminosos cenobios
de varones y de vírgenes para ofrecerlos a Cristo.

   Pero la palma del mártir Julión
se extiende florecida sobre diez mil varones,
a quienes Él dirigía con solicitud paternal.
Después también Basilisa florece por la gracia de sus carismas
rodeada por multitud de vírgenes.

   El futuro mártir, igual que su santa esposa Basilisa,
tenía este don, que cualquiera que fuera tocado
con el fuego de su palabra,
alcanzando al punto la gracia de lo alto,
dejando la tierra, se dirigía al cielo.

   As�, enseñando así a multitud de gentes,
consagrando así muchos miles a Cristo,
las dos luminarias puestas sobre el candelabro
alumbran con la serena claridad de su luz
y resplandecen con la perenne lámpara de las gracias.

   Después, mientras Basilisa aconsejaba a las vírgenes,
apareci� una elevada columna de luz
que mostraba una santa inscripción de punzón,
proclamando que la brillante multitud de vírgenes
había sido considerada grata a Dios.

   Obteniendo la virgen los deseos que pedía,
envía delante a todas las vírgenes
para que sean colocadas en el bienaventurado astro
del palacio celestial; y siguiéndolas ella misma
con el luminoso final de su muerte, entregándose a la oración, acaba su vida.

   Sea a la Trinidad la gloria sempiterna
y el honor sumo y el poder glorioso,
Trinidad que, Padre e Hijo del Padre con el Espíritu,
un solo Dios en sustancia,
reina por todos los siglos de los siglos.
   Amén.

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Ad Vesperos / A Vísperas (2)
   Jam passionis inchoandæ gloria
Fidem beati Juliani provocat,
Quam Marcianus nuntiatam non ferens,
Omnes fideles, Martyrum sacrichoros
Flammis peruri per satellem pr�cipit.

   Ast Julianum, quem rebellem pertulit,
Jubet stupendis verberari fustibus:
Sed unus ex his c�sor ausu pestifer,
Sacrata diris membra tundens ictibus,
Carens ocelli ultus est mox lumine;

   Quem Julianus carne, corde illuminans,
Christo futurum præparabat Martyrem:
Ast ipse tractus per plateas ducitur,
Torquendus omni s�vitatum pondere,
P�nisque duris vulnerandus acriter.

   Jam turbulenta Præsidalis optio
 Sanctum cruentis vinxerat doloribus;
Et ecce tractus Martyr ad locum venit,
Quo dulce pignus educatur Præsidis,
Celso vocatus, Celsius vocabulo:

   Qui visionis glorioso lumine
Christi fidelem cominus mox intuens,
Fixosque vultus dirigens in Martyrem,
Stupet polorum legiones candidas
Blandis Beatum consolari affatibus.

   Hoc rursus idem cernit aucta gloria;
Caputque supra Martyris coronulam,
Gemmis coruscam, ponderantes, auream,
Trium virorum aureolis vultibus
Melos supernum concrepabant suavius.

   Talique visu, ipse, quippe cantica,
 quæ harmonia concinebat suavior,
Miratur idem: vestibus depositis,
Cursu petivit Martyrem Dei, celer
Se christianum corde et ore profitens.

   Subtractus ex hinc, Martyris vestigia
Calore Christi jam sacer, deosculat,
Plagas relambit, sacra lingit vulnera,
Se Juliani profitens asseclam;
Nomen parentum, vel honorem abnegans.

   Mox nuntiorum contabescunt t�dio
Mater, paterque: hinc dolore tabidi
Funebre factum non ferentes filii,
Clamore terras luctuoso compluunt
Plangunt gemuntque: consolari nequeunt.

   Sed ecce rursus Præsidis fremens furor
 Prolem jubet disgregari a Martyre;
Frustratur actus jussionis: immo
Videns quod quisque vellet proficere,
Contrahit vultum; ejulat, brachiis plodens.

   Hinc noxiali claudit ambos carcere,
Quo furva essent tota, cœca, et f�tida:
Sed sidus illic lucis almæ splenduit,
Et luminoso nectar addit carceri;
Locusque horrens fit Beatis clarior.

   Quod rite factum pertremescunt milites,
Et lumen hujus contuentes gratiæ,
Conversa Christo corda votis offerunt;
Sternuntur almis Martyris vestigiis:
Christum honorant, nomen ejus prédicant.

    His convocatis ad fidem custodibus,
Bis dena eorum conflagrarunt pectora,
Septem fideles stirpe clara proditi,
Quos sacra Christo vinxerat germanitas:
Claro utebantur hi Magistro Antonio.

   Ductore tali pr�eunte Angelo,
Petunt ovantes claustra dira carceris,
Quibus beati consedebant Martyres;
Statimque florens Celsius, vel milites
Baptisma Christi consequuntur candidum.

   Hinc agmen unum Christiani dogmatis
Facti, magistro Juliano, Antonio,
Uno tenentur mancipati vinculo,
Unius acti carceris custodiam
Finire vitam cum triumpho, exístuant.

    Fides probata Juliani martyris
Probanda signis rursus et virtutibus,
Corpus sepulchro mancipandum suscitat:
Plebe obstupente, vel tremente insignia,
Terrena vincens, vincit et mox tartara.

   Sed ecce surgens, voce clamans intonat:
Accepta esse vota Christo Martyris,
Cujus precatu, glorioso munere
Infernus omnis contremescens palluit,
Vivum reportans, quem tenebat mortuum.

   Truces ministros Inferorum viderat,
Quorum ducatu pronior per tartara
Deductus ipse, hinc abysso h�serat;
Hinc sorte mortis liberatus exiens,
Christum fatetur, Juliano nectitur:

   Qui consecutus gratiam baptismatis,
Athleta Christi fortis idem factus est:
Fide novatus, charitate fervidus,
Ex sacramento dictus Anastasius.
Agonis arce cum beatis utitur.

   Aurora fulgens jam diem reduxerat;
Parat� pœnæ nuntiantur Præsidi:
Cupæ minaces jam repletæ sulphure,
Picisque, stupp�, copia bituminum
Suscepta membra non perurunt Martyrum.

   Nam his cremandi Martyres depositi,
Adstante vulgo, Plebis et frequentia,
Probantur igne: mox, ut aurum fulgidum,
Clamore uno concrepantes singuli
Melos ab igne, carminis Davidici.

    Consumptus ignis gloriosos Martyres
Ostendit, aucta dignitatis gloria;
Tantíque rei comprobans miraculum,
Pr�ses (quod ante Marcianus spoponderat
Matrem beato tradit idem Celsio.

   H�c commorata promptior cum filio,
Gratos odorum nare fructus excipit:
Hinc suavitatis jam refecta nectare,
Oblivionem mox dolorum sustinet,
Confessa Christum l�ta corde et corpore.

   Quæ tincta fontis sacrosancti gurgite,
Et prole nata sua, a patre filio,
Calore fervens Christiani nominis,
Se persequentes cœcitate percutit,
Thorumque casta conjugale abnuit.

    Tunc Marcianus, hoc suorum funere
Percussus, adstans excipit vulnus novum:
Nam voce clara imprecatu Martyrum
Submersa templi pulchritudo deperit;
Templumque ipsum terræ hiatus absorbuit.

   Ab hinc atrox jam Præsidis minax furor,
Sanctis crematis, et peremptis cúteris,
Mox Juliano, et beato Celsio
Cutem revulsit gloriosi verticis;
Quos et ferarum mox subegit morsibus.

   Hinc jam theatro intromissi Martyres
Cum noxiali perditorum agmine
Mixto, mucronis enecantur verbere;
Sed candidato adprobantur sanguine
 Munus piorum massa rubra corporum.

   Nam quisque supra corporis sui thecam
Apparuere Christiano c�tui,
In virginali dedicato stigmate;
Quorum cruor late respersus, probat
Hæc ipsa terra, quo operire nesciat.

   Horum beata jam sepulta corpora
Fundunt perennem de sepulchris gurgitem;
Ex cujus undis fons sacratus grati�
Impletur amplis cursibus lymphaticis,
Quibus stupenda prodeunt miracula.

   Illic sacrato functionis tempore
Natalis horum, baptizandi confluunt;
Decem leprosi mox salutem perferunt:
Hinc vox tremenda de supernis intonat:
 Fides meretur Juliani hæc omnia.

   Jam jam, beate Martyr, audi supplices;
Jam Juliane confoveto servulos;
Et advocatus Martyrum consortio,
Fave redemptis; languidis jam subveni,
Adversa pellens, et secunda impertiens.

   Tui sequaces adprobati, sæculum
Discamus omnes moribus contemnere;
Iram domare; fluxa carnis spernere:
Nullo tenacis blandimento corporis
Usi, polorum perfruamur gaudiis.

   Nullis gravati criminum contagiis,
Semper supernis concrememur ignibus;
Semper superna charitate fervidi,
Compunctionis innovemur munere;
 Christum sequentes præstolemur Judicem.

   Dies ut illa cum tremenda venerit,
Mundumque terror judicantis presserit,
Sponsore sacro te patrono vernulo
Dextram tenentes, evadamus tartara;
Regno potiti vestiamur gloria.

   Sit Trinitati sempiterna gloria,
Honorque summus, et potestas inclyta:
quæ Trinitas Pater, Patrisque Filius,
Cum Spiritu, unus Deus substantia
Per cuncta regnat sæculorum sæcula.
      Amen.

 

   La fe del bienaventurado Julión
provoca ya el comienzo de su glorioso martirio,
pues no tolerándola Marciano, una vez informado sobre ella,
ordena a sus sat�1ites quemar en las llamas
a todos los fieles, convirtiéndolos en coros santos de mártires.

   Pero a Julión, cuya rebeldía sufri�,
ordena colgarlo y azotarlo con varas,
mas uno de sus verdugos, al azotar con crueles golpes
los sagrados miembros, enseguida fue castigado
por su fatal atrevimiento, quedando privado de la luz de un ojo.

   Julión, iluminándolo en su carne y en su corazón,
lo prepar� como futuro mártir para Cristo;
por su parte Él es conducido arrastrado por las plazas
para ser torturado con todo el peso de la crueldad
y ser duramente castigado con penas terribles.

   Ya la violenta guardia del gobernador
había encadenado al santo en medio de cruentos sufrimientos
y he aquí que el mártir llega arrastrado
al lugar en el que es instruido el querido hijo del gobernador,
llamado Celsio de la palabra celsus,

   El cual, tan pronto como observa de cerca
al fiel de Cristo en la gloriosa luz de su visión
y dirige su mirada fija al mártir, contempla con estupor
que legiones celestiales vestidas de blanco
consuelan al bienaventurado con suaves palabras.

   Además de esto, Él ve que, acrecentando su gloria,
sostenían sobre la cabeza del mártir
una corona de oro y de brillantes gemas,
y tres varones de áureos rostros
hacían resonar suavemente un canto celestial.

   Oyendo, pues, con admiración en medio de tal visión
los cánticos que un acorde muy dulce cantaba,
despojándose también Él de su vestimenta,
se dirigió en r�pida carrera al mártir de Dios
confesando a voces y de todo corazón que Él era cristiano.

   Postrado después a los pies del mártir
y consagrado ya por el fervor de Cristo, los besa,
lame sus llagas, bebe sus sagradas heridas,
confesándose seguidor de Julión,
renegando del nombre y del rango de sus padres.

   Enseguida madre y padre se consumen
por la pena de las noticias, deshechos de dolor por esto;
no soportando la funesta acción de su hijo,
inundan las tierras con su lastimoso clamor,
lloran, gimen y no pueden ser consolados.

   Pero he aquí que el gobernador, bramando nuevamente de furor y ordenando que su hijo sea apartado del mártir, es frustrado en la ejecución de su desmedida orden,
cuando ve que cualquiera que quisiera cumplirla, en castigo cargaba con sus brazos encogidos.

   Después encierra a ambos en una cárcel de castigo,
en la que todo era negro, oscuro y fétido,
mas allí brill� una estrella de luz vivificadora
que añade néctar a la cárcel iluminándola,
y un lugar horrible se vuelve resplandeciente para los santos.

   Ocurrido esto santamente,
los soldados se llenan de temor y, contemplando la luz de esta gracia, ofrecen a Cristo junto con sus alabanzas sus corazones ya convertidos, se arrojan a los pies del santo mártir,
honran a Cristo y proclaman su nombre.

   Llamados a la fe estos guardianes,
se abrasaron sus veinte pechos;
se presentaron siete fieles de familia ilustre,
que se habían unido a Cristo por su querida fraternidad
y disfrutaban del claro magisterio de Antonio.

   Guiados por este y precediéndoles un ángel
se dirigen gozosos a la horrible prisión de la cárcel,
en la que permanecían los bienaventurados mártires,
y luego, el joven Celsio y los soldados
alcanzan el blanco bautismo de Cristo.

   Después, se hacen un solo ejército de la doctrina cristiana
bajo el magisterio de Julión, están sujetos a Antonio
por una sola atadura para ser entregados;
sacados de la prisión de una misma cárcel,
arden en deseos de poner fin a su vida con el triunfo.

   La fe probada del mártir Julión debe ser probada de nuevo
con sus poderes milagrosos; resucita un cuerpo
que iba a ser sepultado en presencia de la multitud,
que se llena de estupor y tiembla ante el milagro;
al vencer lo terrenal enseguida también vence al t�rtaro.

   Y he aquí que levantándose grita con voz de trueno
que los votos del mártir han sido gratos a Cristo;
por el don glorioso de su ruego
todo el infierno se estremeció y palideci�,
devolviendo vivo al que retenía muerto.

   Había visto a los crueles ministros de los infiernos,
bajo cuyo mando Él había sido bajado de cabeza
de aquí a través del t�rtaro y había sido encadenado al abismo;
saliendo de aquí libre de la sentencia de muerte,
confiesa a Cristo y se une a Julión.

   Y tras alcanzar la gracia del bautismo,
se convirtió igualmente en fuerte atleta de Cristo;
renovado por la fe, ferviente por su caridad,
llamado Anastasio por el sacramento,
por su lucha goza del alcázar con los bienaventurados.

   La aurora con su resplandor ya había hecho volver el día,
se anuncia al gobernador que el castigo está preparado;
amenazadoras cubas llenas ya de azufre,
de pez y estopa en abundancia, de betún,
no consumen los miembros de los mártires que habían recibido.

   Puestos los mártires para ser quemados por las llamas,
en presencia de una masiva concurrencia del pueblo
son probados enseguida por el fuego como el brillante oro,
haciendo resonar cada uno desde la hoguera
con un único clamor el canto del himno de David.

   La extinción del fuego muestra a los mártires gloriosos
con acrecentada gloria y dignidad, y el gobernador Marciano,
reconociendo el milagro de tan gran suceso,
entrega también a la madre, como había prometido,
al bienaventurado Celsio.

   Permaneciendo ella de muy buen grado junto a su hijo,
percibe con su nariz los gratos olores de los perfumes;
después, reanimada ya por el suave néctar,
enseguida olvida los dolores,
confesando alegre a Cristo en su corazón y en su cuerpo.

   Y bañada por el agua de la sacrosanta fuente,
nacida de su hijo, encontrando un padre en su hijo,
abrasada por el ardor del nombre cristiano,
castiga con la ceguera a quienes la persiguen
y, casta, rechaza el lecho conyugal.

   Entonces Marciano, golpeado por esta pérdida de los suyos,
recibe en persona una nueva herida;
pues por la súplica de la voz sonora de los mártires
se derrumba y desaparece la hermosura del templo
y una sima de la tierra se traga al mismo templo.

   Inmediatamente después con furia atroz y amenazadora
el gobernador, tras haber quemado y dado muerte
a los demás santos, sin demora arrancó a Julión
y al bienaventurado Celsio la piel de su gloriosa cabeza
y sin demora los entregó a las dentelladas de las fieras.

   Inmediatamente después,
introducidos los mártires en el anfiteatro, mezclados con una perniciosa banda de malhechores, son matados por el golpe de la espada; mas son reconocidos por su sangre blanca
y el regalo de los santos es la masa roja de sus cuerpos.

   Pues se aparecieron a la asamblea cristiana
en consagrada apariencia virginal,
cada uno sobre los restos de su propio cuerpo,
cuya sangre como leche cuajada la misma tierra reconoce,
puesto que no puede cubrirla.

   Sus bienaventurados cuerpos, ya sepultados,
hacen brotar de sus sepulcros un perenne manantial,
de cuyas ondas la fuente sagrada de la gracia
se llena con caudalosas corrientes de agua,
en las que se producen asombrosos milagros.

   El día sagrado de su defunción natal
acuden allí diez leprosos para ser bautizados;
tan pronto como alcanzan la salud, en ese momento
una voz estremecedora resuena desde las alturas:
La fe de Julión merece todo esto.

   Escucha ya, mártir bienaventurado, a los que te suplican;
conforta ya, Julión, a tus humildes servidores
y como intercesor ayuda a los redimidos
a su participación en la suerte de los mártires, ayuda a
los débiles alejando la adversidad y repartiendo la prosperidad.

   Que como probados seguidores tuyos aprendamos todos
a menospreciar el siglo con nuestra forma de vida,
a dominar la ira, a despreciar las molicies de la carne;
que, sin disfrutar los halagos del cuerpo que nos atenaza,
disfrutemos del gozo del cielo.

   Libres de toda mancha de nuestros crímenes
abrasémonos siempre en el fuego celestial;
ardiendo siempre en la celestial caridad,
renovémonos con el don del arrepentimiento
y, siguiendo a Cristo, esper�moslo como juez.

   Que, cuando llegue el día tremendo
y el terror del juez se apodere del mundo,
siendo tú nuestro santo fiador y protector coterráneo,
tengamos la diestra escapando al t�rtaro
y, gozando del reino, seamos revestidos de la gloria.

   Sea a la Trinidad la gloria sempiterna
y el honor sumo y el poder glorioso,
Trinidad que, Padre e Hijo del Padre con el Espíritu,
un solo Dios en sustancia,
reina por todos los siglos de los siglos.
   Amén.

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In Laudisbus / En Laudes (3)

  Juliam vita martyris
Amore Christi nobilis
Excelsa mundi respuens,
Arcem tenere vult cœli.

   Jubetur a Parentibus
Accipere conjugium:
Nec patri fuit obvius,
Nec Deo mente perfidus.

   Consulto lucis Auctore,
Jussa complere suggerit:
Látus pater inducitur,
Basilissaque poscitur.

   Junguntur fide compares;
Agunt cœlestes nuptias:
Sed illi cordis organo
Renibus uri postulant.

   Intrantes in cubiculo
Odor rosarum infunditur:
Consentit virgo integrum
Servare contubernium.

   Qui captus Antiochi�
Sub Marciano pr�side.
Torquetur membris omnibus,
Extinctum novat oculum.

   Quo deprecante, perfida
Eversa sunt et idola.
Resurgit Anastasius,
Conversus est et Celsius.

   Cupas implent incendii,
Stuppa, pice, et bitumine:
Inl�si et hinc exeunt
Ac templa eversa diluunt.

   Adquirit Matrem Puer:
Fit Filius Pater Matris:
Secund� Nativitatis
Filius Matrem regenerat.

   Missus in Amphiteatro
Bestiis, pardus leo blanditur:
Et percussus inde vulnere;
Raptus arce est in gloria,

   Deo Patri sit gloria,
Ejusque soli Filio,
Sancto simul Paraclyto
In sempiterna sæcula.
   Amen.

 

   La vida del mártir Julión,
noble por su amor a Cristo,
rechazando las altas dignidades del mundo,
quiere poseer el alcázar del cielo.

   Sus padres le mandan
tomar esposa;
ni fue desobediente a su padre
ni infiel a Dios en su alma.

   Consulta al autor de la luz,
que le aconseja cumplir el mandato;
el padre se muestra contento
y Basilisa es pedida en matrimonio.

   Se unen los iguales en la fe,
celebran nupcias celestiales,
pero piden con el árgano de su corazón
ser quemados en sus riñones.

   Al entrar ambos en su aposento
un olor a rosas se esparce;
la doncella está de acuerdo
en conservar intacto su matrimonio.

   l, prisionero en Antioquía
bajo el gobernador Marciano,
es torturado en todos sus miembros;
restablece un ojo arrancado.

   Con sus ruegos
los engañosos ídolos fueron derribados;
Anastasio resucita y
Celsio se convierte.

   Llenan de fuego unas cubas
con estopa, pez y betún;
salen ilesos de aquí
y hacen caer y desaparecer los templos.

   El joven gana entonces a su madre,
el hijo se convierte en padre de su madre,
el hijo de un segundo nacimiento
regenera a su madre.

   Cuando lo arrojaron en el anfiteatro,
un leopardo lo acarici�,
después fue atravesado por la espada
y arrebatado al alcázar de la gloria.

   Sea la gloria a Dios Padre
y a su único Hijo,
al mismo tiempo que al Santo Parálito
por los siglos eternos.
   Amén.


1. Breviarium Gothicum, ff. CLXXXV-CLXXXVI.
Traducción: Castro Sánchez, José (introducción, traducción, índices y notas) - García Ruiz, Emilio (col.), Corpus christianorum in translation, 19. Himnodia Hispánica. Himno nº 141. Para el día de los santos Julión y Basilisa. Ed. Brepols, Turnhout 2014, pp. 381-383.

2. Breviarium Gothicum, ff. CLXXXVI-CLXXXVII.
Traducción: Castro Sánchez, José, op. cit. Himno nº 142. Para el día de los santos Julión y Basilisa, pp. 384-388.

3. Breviarium Gothicum, ff. CXC-CXCI.
Traducción: Castro Sánchez, José, op. cit. Himno nº 140. Para el día de los santos Julión y Basilisa, p. 379.

Se recuerda que hasta la fecha no existe traducción oficial de Breviario.

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