Sanctissim�
Leocadiæ
Solemne festum prodiit,
Quo vana terræ despuens,
Ad Regna cœli transiit.
Omnes venite
supplices;
Cordis reatum pandite:
Gaudendo vota solvite,
Deoque grates reddite.
H�c namque Virgo
nobilis,
Exorta claro germine,
Confessa Christum fortiter,
P�nas libenter pertulit.
Correpta jussu
Præsidis,
Vaccis ligatur ferreis;
Ut, vinculorum pondere
Fides puellæ cederet.
Illic
per abstinentiam
Christo placere cogitans,
Laudum rependit gratias,
Precumque defert victimas.
Sed mox beat�
Eulaliæ
Mortem sacratam comperit:
In carcerali vinculo
C�lo refudit spiritum.
Nunc Virgo sancta,
quæsumus,
Et lachrymando poscimus;
Ut probra nostra diluas,
Et vota Christo deferas.
Tu nostra Civis
inclyta,
Tu es Patrona vernula,
Ab urbis hujus termino
Procul repelle t�dium.
Non hostis hic
pr�valeat,
Non morbus aut penuria:
Recedat omne noxium,
Et conferatur commodum.
Sic vita rebus
affluat,
Ne corda luxu sordeant;
Cunctisque propter crimina
Donetur indulgentia.
Deo perennis gloria,
Et gratiarum copia,
Qui cuncta volvit tempora,
Et regnat ante sæcula.
Amen.
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Llega la fiesta
solemne
de la santa Leocadia,
que despreciando la tierra
vol� hasta el reino del cielo.
Venid todos suplicantes,
abrid vuestros corazones,
exponed vuestros deseos
y dadle gracias a Dios.
Pues esta
noble doncella,
nacida de clara estirpe,
confesó, valiente, a Cristo
y acepta, pronta, el martirio.
De orden del
Presidente
es cargada de cadenas
a ver si al peso del hierro
cede la fe de la niña.
Pensando
agradar a Cristo,
con ayuno voluntario
equilibra otras penas con el hambre
y ofrece en sacrificio sus plegarias.
Pero cuando
se entera
que ha muerto santa Eulalia,
desde la cárcel vuela
hasta el cielo su espíritu.
Ahora,
virgen santa, te rogamos
y llorando pedimos,
que disuelvas lo malo que tenemos
y lleves nuestros votos hasta Cristo.
Tú eres
nuestra paisana,
Patrona de la casa,
aparta de este término,
bien lejos, el tedio que nos pesa.
No
prevalezca el malo,
ni achaques, ni pobreza,
que se aparte lo incómodo
y venga lo agradable.
Tengamos
suficiente para pasar la vida,
sin lujos que nos puedan manchar el corazón.
Perdón de los pecados
nos traiga la indulgencia.
A Dios,
gloria perenne.
Él reparta sus gracias,
Él que gobierna el tiempo
y reina para siempre.
Amén. |