UN
PR�LOGO DEL ANTIFONARIO VISIG�TICO
MOZÁRABE 1
Tradictio toletana
institutioque sancta melodie cantus mirifice promserunt oracula.
Concentos dulces sonoras conpares resonant in choro diversorum
modulis.
Cameras fulgentes ninguide splendentes auribus demulcent pre
suavitate sonum.
Splendida doctrina et pulcra canora dulcifluas voces rutilant in
choro.
In sumis adtollunt precinendo laudes iubilum carmen mirifice
promentes.
Ad instar celestium militie angelorum ordines parant in conspectu
seniorum.
Bini aut terni responsuria canunt vespertinos et laudes similiter
et psalmos.
Ad dextra levaque coros consistunt antiphone modos reciprocatos
canunt.
Uni incipientes et alii subpsalmantes tertio post gloriam pariter
cantantes.
Ordinem angelicum tenent institutum nitentes consistunt pariter in
coro.
Benignos conponunt melodie cantos in laude divinaque promulgantes.
Ilares properant in sancta sanctorum officium divinum summunt
gaudentes.
Nulla ventilantes otiosa verba sed saltim divina eloquia canentes.
Lectiones sanctas pariter aubscultant strepitum vulgi nullo modo
ibi sonat. |
Es la tradición toledana
la que nos ha revelado los enigmas maravillosos de las santas
melodías.
Oíd en los coros esos dulces acentos, que llevan a través de los
ámbitos sus sonidos graciosos, llenos de luz y límpidos como la
nieve.
Allá fulge la doctrina realzada por las notas suaves del cantar.
Los salmistas entonan las laudes con sublimes armonías, lanzando
al cielo una oda jubilosa y emocionante; nos recuerdan la milicia
de los ángeles del cielo; nos transportan a la presencia de los
veinticuatro ancianos.
Dos o tres son los que cantan los responsorios, los salmos, las
laudes y los vespertinos.
Ellos están en medio; a su izquierda y a
su derecha se alinean los dos coros: unos empiezan, otros siguen subsalmando; después, todas las voces se juntan cantando el
Gloria.
Las dos filas brillan por su actitud y su modestia;
parecen una nueva jerarquía del orden angelical.
Pronuncian compungidos las palabras divinas; levantan con placidez
sus alabanzas; acuden presurosos al sancta sanctorum; la
alegría se refleja en sus miradas, signo exterior del júbilo que
inunda sus corazones.
Ninguna palabra ociosa sale de sus labios.
Toda su atención la ponen en escuchar las santas lecciones y en
pronunciar las palabras divinas.
El silencio más profundo reina en la casa de Dios. |
1.
Louis Brou - José Vives, Antifonario VisigóticoMozárabe de la
Catedral del León, Tomo I. CSIC, Barcelona-Madrid, 1959. Item
alius Prolocus eiusdem, p. 4.
Traducción: Pérez de Urbel, Fray Justo, Los monjes españoles en la
Edad Media. Ediciones Ancla. Madrid, 1934, p. 141. |