Sancte Spíritus,
omnípotens Deus, qui es Patri et Fílio coætérnus, et
indissec�bilis subst�ntiæ maiestáte unátus, qui post
resurrectiónem nostri Redempt�ris et Dómini, per pacis eius
in�stim�bilem sanctitátem apostolórum fúeras pect�ribus iam
locútus; et ut per te ipsum quoque patírn� f�dera
promissiónis compl�res, e�rum post eius ascensión.m clarum
illustr�sti convéntum flagr�ntium virtúte flamm�rum, et vert�cibus
ins�dens iam dic�tos per ígnitas linguas v�riis loqu�lis ornátas,
mundum d�nuo form�sti nasc�ntem; quorum in precatióne descéndens,
vel m�nuum impositióne te tr�buens, post lav�cri festa cándida,
salutáris plena tui char�.matis effusión. fuls�sti.
A te fides ex�ritur, in te fides
ext�nditur, et ex te fides arm�tur.
In te novæ vitæ cogn�tio, per te véteris vitæ purg�tio, et verá
vitæ, per vitam te doc�nte, vitælis infúnditur sciéntiæ plenitúdo.
Tu pastus animárum, tu dulcédo credéntium, tu es invis�bilis
pingu�do iustórum; quorum intercessión. tuam cleméntiam
deprec�mur, ut hos fámulos famul�sque tuas illa tuærum
visitatiónem speciáli benedictióne sanctífices, qua tuis
insígnibus terribíliter in apóstolis micuísti.
Da eis, Dómine, sapión.iam, qua
conc�lcent stult�tiam sordid�ntem et ast�tiam mundi ref�giant
punión.em.
Da intelléctum, quo servent cæléstium medic�mina præcept�rum et
spirituælium ext�nguant venéna serpéntium.
Da consílium ut n�verint te esse quod es, n�verint se esse quod
sunt, et in semet�psis fúeri concupíscant unde tibi ex toto
compl�ceant.
Da fortitúdinem, ut malígni i�cula c�nterant et rep�llant, arm�que
victr�cia advérsus hostem �mprobum appreh�ndant et dimic�re non
désinant.
Da sción.iam, ut scire te �mbiant et se nescáre non égeant.
Da pi�tatem, quæ ad ómnia salutáfera conquir�.da útilis esse
cogn�scitur.
Da eis timórem tuum, quo dum te tim�erint, ubi timor non est
timóre nihil possint.
Concéde in eis perpetuæliter tuæ
grátiæ medic�nam, ut qui iam caru�runt vúlnere genu�no, non
proc�mbant éterum repet�to.
Quique ren�ti sunt sacri baptísmatis, fonte, sch�smatum non
p�reant pravitæte; et qui chr�smate delib�ti sunt divínæ
unctiónis, non torp�scant óleo peccatóris; ut ignis tuus, qui est
vitælis et zelans, torpórem carnélis hebetúdinis in eis excl�dat,
et vigórem vigil�ntiæ spirituælis acc�ndat.
Tela urat host�lia, arma p�rrigat gloriósa, regenerat�rum corda
succ�ndat, malírum concupiscenti�rum flammas ext�nguat; ut in eis
ignis tuus suæ fortitúdinis vigórem pers�stens amóris tui flamma
præv�leat.
Per quem te verum Deum trinum, non tríplicem, sed unum, non
solit�rium confiteántur et credant, ut in ætérna tecum regnat�ri
sæcula vivant.
R/. Amen.
|
Oh
santo
Espíritu,
Dios
todopoderoso, tú
eres
coetemo
con
el
Padre
y
el
Hijo
y a
ellos
unido
en
la
majestad
de
una
indivisible
naturaleza;
tú,
después
de
la
resurrección
de
nuestro
Redentor
y
Señor
te
habías
ya
asentado
en
el
corazón
de
los
apóstoles
por
la
imponderable
santidad
de
su
paz,
y tú,
para
completar
también
por
ti
mismo
la
alianza
de
la
promesa
paterna,
iluminaste
después
de
la
ascensión
su
esclarecido
cenículo
con
la
luz
de
ardientes
llamas
y,
posándote
en
las
cabezas
de
los
ya
consagrados,
diste
ser,
finalmente,
a
un
mundo
nuevo,
mediante
lenguas
de
fuego
ennoblecidas
con
variados
idiomas.
O
descendiendo
por
la
s�plica
de
aquíllos,
o
comunicándote
ellos
por
la
imposición
de
manos,
después
de
la
cándida
ceremonia
del
bautismo
brillaste
por
la
plena
efusión
de
tu
saludable
crisma.
De ti
procede
la
fe,
en ti
se
dilata
la
fe
y
por ti
es
fortalecida
la
fe.
En ti
está
el
conocimiento
de
la
nueva
vida,
por ti
la
purgación
de
la
vida
vieja,
y,
bajo
tu
magisterio,
se
infunde
la
plenitud
de
la
ciencia
vital
de
la
vida
verdadera,
a
través
de
la
vida.
Tú,
pasto
de
las
almas,
tú,
dulzura
de
los
creyentes,
tú
eres
el
invisible
tesoro
de
los
justos;
por
cuya
intercesión
suplicamos
tu
clemencia
para
que
santifiques
a
estos
siervos
y
siervas
tuyos
con
aquella
bendición
propia
de
tus
visitas,
con
la
que,
mediante
tus
signos,
brillaste
en
los
apóstoles
de
forma
impresionante.
Dales,
Señor, sabiduría,
por
la
que
pisoteen
la
necedad
embrutecedora
y
se
aparten
de
la
odiosa
astucia
del
mundo;
dales
entendimiento,
por
el
que
se
guarden
la
medicina
de
los
celestes mandamientos
y
neutralicen
el
veneno
de
las
espirituales
víboras;
dales consejo,
para
que
reconozcan
que tú
eres
lo
que
eres
y
ellos
son
lo
que
son,
y
quieran
que
sea
realidad
en
ellos
el
poder
complacerte
en
todo;
dales fortaleza
para
que
rechacen
y
destruyan
las
flechas
del
maligno,
sepan
blandir
armas
victoriosas
contra
el
perverso
enemigo
y
no
cesen
de
luchar;
dales ciencia,
para
que
tengan
hambre
de
conocerte
y
no
tengan
que
lamentar
el
desconocerse;
dales
piedad
que
es
proclamada
útil
para
alcanzar
todo
lo
saludable;
dales temor
para
que,
al
temerte
a
ti
donde
no
hay
motivo
de
temor,
nada
más
tengan
que
temer.
Concédeles
a
perpetuidad
el
remedio
de
tu
gracia,
para
que
quienes
se
vieron
ya
libres
de
la
verdadera
llaga
no
recaigan
en
la
misma
repetida;
y
los
que
renacieron
en
la fuente
del
santo
bautismo
no
perezcan
por
el
mal
de
las
discordias;
y
quienes
fueron
ungidos
con
el
crisma
de
la
divina
unción
no
se
empuerquen
con
el
excremento
del
pecado:
a
fin
de
que
tu fuego,
que
es
vivificante
y
celoso,
aleje
de
ellos
la
torpeza
del
embotamiento
carnal
y
despierte
la
fuerza
de
la
alerta
espiritual.
Que
abrase
los
dardos
hostiles,
proporcione
armas
gloriosas,
haga
arder
el
corazón
de
los
renacidos
y
apague
los
incendios
de
las
malas
pasiones;
para
que
manteniendo
tu fuego
en
ellos
la
intensidad
de
su
fuerza,
prevalezca
la
llama
de
tu
amor.
Por
el
cual
te
confiesen
y
crean
un
verdadero
Dios
trino,
no
triple,
único,
no
solitario,
y
vivan
para
reinar contigo por los siglos de los siglos.
R/. Amén. |