La Ermita. Rito hispano-mozárabe

 

LA IGLESIA COMO LUGAR DE CULTO

 

EL ALTAR: POSICIÓN DEL CELEBRANTE.

En los Prenotandos del Misal Hispano-Mozárabe no existe ninguna prescripción relativa a si el sacerdote debe celebrar o no "cara al pueblo" o "cara al ábside". Por eso, creemos que puede resultar de interés la respuesta a una consulta realizada al Vaticano sobre este asunto, que aunque se refiere al Misal Romano, contiene consideraciones genéricas que podrían ser igualmente tenidas en cuenta para su aplicación a las celebraciones en rito hispánico.

Respuesta de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos del día 25 de septiembre de 2000 (*)

Traducción del italiano de la Respuesta de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, a una cuestión sobre la posición del sacerdote en la celebación de la Eucaristía.

Prot. Nº 2036/00/L

Cuestión

Se ha preguntado a la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos si el enunciado del nº 299 de la Institución General del Misal Romano constituye una norma según la cual, durante la liturgia eucarítica, la posición del sacerdote hacia el ábside haya de considerarse excluida.

La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, habiendo examinado con madurez y teniendo en cuenta los precedentes litúrgicos, responde:

Negativo y según la mente.

La mente comprende diversos elementos que hay que tener en cuenta.

Antes de nada, se debe tener presente que la palabra expedit no constituye una forma obligatoria, sino una sugerencia que se refiere tanto a la construcción del altar separado de la pared, como a la celebración cara al pueblo. La cl�usula ubi possibile sit se refiere a diversos elementos, como por ejemplo, la topografía del lugar, la disponibilidad de espacio, la existencia de un altar precedente de valor artístico, la sensibilidad de la comunidad que participa en la celebración en la iglesia de que se trata, etc. Se resalta que la posición hacia la asamblea parece más conveniente en cuanto hace más fácil la comunicación (cf. Editorial de Notitiae 29 [1993] 245-249), aunque sin excluir la otra posibilidad.

Sin embargo, cualquiera que sea la posición del sacerdote celebrante, está claro que el Sacrificio Eucarítico se ofrece a Dios uno y trino, y que el sacerdote principal, Sumo y eterno, es Jesucristo, que obra a través del ministerio del sacerdote que preside visiblemente como Su instrumento. La asamblea litúrgica participa en la celebración en virtud del sacerdocio común de los fieles, que tiene necesidad del ministerio del sacerdote ordenado para que se pueda realizar la Sinaxis Eucarítica. Se debe distinguir la posición física, relativa especialmente a la comunicación entre los diversos miembros de la asamblea y la orientación espiritual e interior de todos. Será un grave error imaginar que la orientación principal de la acción sacrificial sea la comunidad. Aunque el sacerdote celebre cara al pueblo, lo cual es legítimo y a menudo aconsejable, su actitud principal debe ser siempre hacia Dios por Jesucristo, como representante de la Iglesia entera. Tambión la Iglesia, que toma forma concreta en la asamblea que participa, está toda ella dirigida hacia Dios como primer movimiento espiritual.

A lo que parece, la tradición antigua, aunque no es unánime, era que el celebrante y la comunidad orante se dirigieran hacia oriente, punto del cual viene la luz que es Cristo. No son raras las antiguas iglesias, cuya construcción estaba «orientada» de modo que el sacerdote y el pueblo en el acto de hacer la oración pública se dirigieran hacia oriente.

Se puede pensar que cuando hubo dificultades de espacio o de otro género, el ábside idealmente representaba el oriente. Hoy la expresión hacia oriente significa a menudo hacia el ábside, y cuando se habla de cara al pueblo no se piensa en el occidente, sino hacia la comunidad presente.

En la antigua arquitectura de las iglesias, el puesto del Obispo o del sacerdote celebrante se encontraba en el centro del ábside, y, sentado, desde allí escuchaba la proclamación de las lecturas dirigido hacia la comunidad. Ahora aquel puesto presidencial no está atribuido a la persona humana del Obispo o del presbítero, ni a sus dotes intelectuales y menos aún a su personal santidad, sino a su papel de instrumento del Pontífice invisible que es el Señor Jesús.

Cuando se trata de iglesias antiguas o de gran valor artístico, es necesario, además, tener en cuenta la legislación civil en lo que se refiere a las modificaciones o reestructuraciones. Un altar portátil puede no ser siempre una solución digna.

Será necesario no dar excesiva importancia a elementos que han sufrido cambios a través de los siglos. Lo que permanecerá siempre es el evento celebrado en la liturgia: lo cual se manifiesta mediante ritos, signos, símbolos y palabras, que expresan diversos aspectos del misterio, sin que lleguen a agotarlo, porque los trascienden. El afirmarse en una posición y absolutizarla podráa convertirse en un rechazo de cualquier aspecto de la verdad que merece respecto y acogimiento.

En el Vaticano, 25 de septiembre de 2000.

Jorge A. Card. Medina Est�vez
Prefecto + Francesco Pio Tamburrino
Secretario

Original en italiano en Communicationes 32/2 (2000) pp. 171-173.


(*) Tomado de: http://www.iuscanonicum.org/articulos/art130.html

 

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