ARTÍCULOS HISPANO-MOZÁRABES |
En el rito litúrgico propio de la Iglesia en España encontramos bastantes testimonios, no siempre explícitos, acerca del misterio de la Inmaculada Concepción de la Virgen María 1. Es mas, incluso la misma evolución de los textos de nuestro venerable rito nos manifiesta el itinerario de fe que ha seguido la Iglesia hasta la definición del dogma mariano que tratamos. Ante todo debemos recordar que con el nombre de rito hispano-mozárabe designamos los textos empleados por la Iglesia Católica en la Península Ibérica para celebrar los sacramentos, especialmente la Eucaristía, y la alabanza divina, hasta el siglo XI, en que fue suprimida para adoptar el rito romano 2. En los siglos sucesivos permaneció como una realidad casi arqueológica, confinada a unas pocas parroquias de la ciudad de Toledo, a la capilla del Corpus Christi de su Catedral Primada y otros lugares muy determinados. El cardenal Cisneros dispuso a finales del siglo XV que se preparara un misal y un breviario impresos, tomando los textos de los diversos manuscritos, y en el siglo XVIII el cardenal Lorenzana reimprimi�, con leves retoques, dichos libros. Ya en el siglo XX se han preparado diversas ediciones de los manuscritos mozárabes y el cardenal González Martín dispuso la reforma del Misal, conforme a las indicaciones litúrgicas del Concilio Vaticano II. Nos encontramos, pues, con toda una serie de textos de diversas épocas 3, aunque de inspiración común. Respecto a las formas litúrgicas hispano-mozárabes, simplemente recordamos que el oficio divino se caracteriza por una alternancia entre versæculos s�lmicos y oraciones, lo cual explica la abundancia eucológica de estos oficios. La Misa, por su parte, se caracteriza por una gran variedad de formularios, ya que para cada celebración hay al menos nueve oraciones propias, con un estilo menos conciso que en la liturgia romana. En la época visigoda y mozárabe no existía ninguna fiesta que celebrara la Inmaculada Concepción de María. En el breviario y el Misal de Cisneros, cambio, si encontramos en el calendario la indicación de dicha solemnidad, aunque sin textos especiales en el Breviario, pues se dice que el Oficio divino es el de la Asunción, aunque se deben adaptar los formularios, sustituyendo el término �asunción.quot; por el de «concepción» 4; en cambio en el Misal aparece un formulario propio de Misa. A raíz de la definición dogmática se compone Oficio y Misa de la Inmaculada Concepción, aprobados en 1866, y en el nuevo Misal hispano-mozárabe del cardenal González Martín encontramos para el ocho de diciembre ese formulario aunque algo modificado. La introducción de la fiesta de la Inmaculada. y su testimonio litúrgico explicito es relativamente tardío, y posterior a la época principal de creatividad litúrgica de nuestro rito, pero será un error considerar esta fiesta como un añadido externo al rito mozárabe. Como trataremos de mostrar en estas breves páginas, los textos de la liturgia hispana apuntan hacia el misterio de la Inmaculada Concepción desde su época de mayor esplendor y tiende a hacerse cada vez mas explícito. El misterio de la Virgen María en la historia de la salvación aparece con mucha claridad en la liturgia hispana. De esta manera no resulta extraño que poco después de suprimirse el rito mozárabe cada vez fueran más los deseos de los cristianos de España de celebrar la fiesta de la Inmaculada. Por ultimo presentaremos las enseñanzas más relevantes de los textos actuales para la fiesta de la Inmaculada en la liturgia hispano-mozárabe. No pretendemos hacer un estudio exhaustivo ni recargar el texto con excesivas notas criticas, sino simplemente ofrecer los puntos más relevantes de este misterio mariano en nuestro venerable rito hispano mozárabe. 1. El Hijo de Dios se prepara una morada La fiesta principal de la Virgen María en la liturgia hispano-mozárabe es la que tiene lugar el dieciocho de diciembre, y celebra el misterio de la Anunciación a María y su maternidad divina, en la que se subraya su virginidad 5. Sin embargo también aparecen algunas alusiones a la preparación de la Virgen María para ser Madre de Dios, y en ese sentido se apunta a su santidad excelsa. En los textos de la Misa, la Illatio describe a la Virgen María como santa y santificada 6, antes de hablar de la concepción y el nacimiento de Cristo sin ningún pecado. No se habla de cuándo ni cómo tuvo lugar esa santificación de María, pero es evidente que indica una santidad especial para ser madre de Dios. En el oficio divino encontramos textos que subrayan todavía más la santidad de María, como el siguiente: «Escucha hija, y mira, puesto que has merecido ser hecha hija del Hijo, servidora del engendrado, madre del Señor, portadora del Salvador altísimo; porque el rey ha deseado la belleza de tu hermosura, y se ha complacido en preparar en tu tierra una morada limpísima...» 7 . Y en esa misma fiesta se habla de la habitación adornada que ha preparado el hijo de Dios en María, y se le pide que también haga de las cristianos una casa santificada para Él. «Cristo Dios, sabiduría del Padre Supremo y Verbo, que te edificaste como una mansión adornadísima el étero de María Virgen, en el que tú, justicia celestial. miras... haz de nosotros una casa santificada para ti, desde la cual, como un esposo, aparezcas rodeado por la dignidad de nuestras obras» 8. En este último texto tenemos que destacar que aparece la preparación de María y la santidad de los cristianos como dos elementos relacionados 9. En otras dos oraciones para el oficio de la fiesta del 18 de Diciembre, aunque se encuentran en el Breviario de Cisneros y no en los antiguos manuscritos mozárabes, aparece también muy destacada la santidad de María. En la oración Sancte Spiritus, dirigida al Espíritu Santo, se pondera la gracia de santificación que ha recibido María, y en la oración Virgo Christi Maria se compara la santidad excelsa de María frente a los miembros del pueblo de Dios que caen en pecados 10. Podemos afirmar que la liturgia mozárabe emplea una multitud de expresiones para referirse a esta santidad excelente de María. Incluso se le aplica el términoImnmaculata, indicando que sólo ella lo es: así encontramos una antífona de la fiesta de la Anunciación en la que se dice, parafraseando al cantar de los cantares: «Ya respira el día, y se retiran las sombras de la noche, eres la sola hermosa, la sola inmaculada, que viene del Líbano» 11. Es evidente que este texto, por sí solo, no se refiere explícitamente el misterio de la inmaculada concepción, pero si destaca la singularidad de la santidad de María. En los textos de la fiesta de la anunciación, y otros, se pondera siempre la virginidad, que a veces se acompaña con el adjetivo inmaculata, aunque ese término también se emplea para referirse a las vírgenes que han permanecido fieles. Asimismo en la Illatio de la Misa del común de santa María, en el actual Misal, se dice que el Hijo de Dios había elegido una virgen purésima (virgo mundissima) de la que nacer 12. En cualquier caso en los numerosos textos de la liturgia hispano-mozárabe referidos a la maternidad divina nunca se habla, ni se da a entender siquiera, que la Virgen María haya tenido pecado, sino que se subraya que su santidad es algo especial. Por último citamos un texto algo más explícito respecto al pecado original y María, en la bendición de la fiesta de la anunciación: «Y el que preserv� a su Madre del contagio de la corrupción (corruptelae) limpie vuestros corazones del pecado» 13. Como en otras ocasiones el término corrupción puede varios significados, ya que se puede referir al pecado, o la preservación perpetua de la virginidad; en todo caso, apunta a una santidad especial de María que ha recibido antes que los otros fieles la acción de Cristo. 2. María como nueva Eva sin pecado Otro grupo de textos que sirven para describir la plenitud de gracia de María, y que también apuntan a su preservación del pecado original, son aquellos en los que se presenta a María como nueva Eva. al lado de Cristo nuevo Adán. De esta manera a María le corresponde deshacer la obra de Eva, lo cual sugiere que fue preservada del pecado original, pues de lo contrario también Ella se habría hallado bajo el dominio de la serpiente y no quedará. tan claro el antagonismo entre la pareja Adán/Eva frente al Mesías y la Mujer. Quizá el texto más expresivo en este sentido es la Illatio de la Misal del común de Vírgenes:
En este texto se advierte bien la antítesis Eva-María, pues las vírgenes cristianas tienen que participar de la segunda, que se caracteriza por su incorrupción, no de la primera. Este último término, incorruptio, en principio se refiere a la virginidad, pues más adelante en esta oración se alude a que el Señor llena a las vírgenes, pero no las corrompe, pero en el contexto de antítesis Eva-María se está indicando una oposición de María respecto al pecado de Eva. Este mismo tema se encuentra en la oración alia de la Misa común de santa María en el nuevo Misal 15:
Otra alusión a la oposición entre el demonio y María, la encontramos también en la fiesta de la anunciación, en el oficio divino, cuando se dice �Señor, Jesús, que al nacer de la virgen destruiste la cabeza de la antigua serpiente y la contaminación de todo pecado, cuando, como nueva oblación, te dio a luz la madre virgen, a la que la serpiente quería expulsar de su lugar: concédenos detestar las tendencias de esta serpiente y la relación con cualquier pecado» 17. aquí se advierte el combate entre el demonio y María, y aunque no se dice expresamente, el demonio no puede con Ella, lo cual conlleva la ausencia de pecado y de instintos pecaminosos. Tambión aparece con cierta frecuencia que el parto virginal de María estuvo exento de los dolores que son consecuencia del pecado de Eva, pues como leemos en la oratio admonitionis de la Misa de la Anunciación: «No era aceptable que tuviera las angustias [del parto], quien daba a luz la alegría de todos, o que el origen de la exultación conociera el poder del dolor� 18. No se dice que la Virgen María fuera preservada en su concepción del pecado origina, pero s� se afirma que no sufrió sus consecuencias en el parto, lo cual nos conduce, al menos de modo implícito, hacia el misterio de la Inmaculada Concepción. 3. La fiesta de la Asunción de María: Hacia la noción de Inmaculada Concepción Dado que la fiesta de la Asunción de María se centra más en su figura que la celebración del dieciocho de Diciembre, ya orientada hacia la Navidad, no es extraño que encontremos textos más explícitos acerca de la carencia de pecado en la fiesta de la Asunción. Hay diversos formularios para esta fiesta y sólo nos centraremos en aquellos textos que apuntan hacia el misterio de la Inmaculada concepción 19. En concreto hay que señalar la oración completuria de las Vísperas. En dicha oración se subraya la gloria de la maternidad virginal que le ha merecido la asunción a los cielos, pero también aparecen dos expresiones acerca de su carencia de pecado: «a quien nunca contamin� ni una relación con varón, ni un movimiento lascivo ni pecado alguno» 20. El contexto es el de ensalzar su parto virginal, pero el autor del texto subraya que careció de cualquier pecado, e incluso de los movimientos de la concupiscencia, que son consecuencia del pecado origina. Una vez más advertimos que para la liturgia hispana, no afectan a María las consecuencias del pecado original. Sin embargo el texto más significativo para nuestro tema se encuentra en la Illatio de una de las Misas de la Asunción conservada en los manuscritos 21. Destacamos las siguientes lÍneas:
El resto de esta amplia oración insiste en el antagonismo Eva-María, pero ya en el texto transcrito aparece la asunción de la Virgen como una consecuencia de su maternidad divina virginal, pero al mismo tiempo se indica que no ha sufrido las consecuencias del pecado original, y en cierto sentido parece que se la exime de dicho pecado al afirmar que no conoció el daño de la degustación prohibida. En realidad el estado de la teología acerca del pecado original y la situación de la mariología impedían una explicitación mayor, pero lo que queda muy claro en este texto es la oposición que se da entre la Virgen María y el pecado de Eva, raíz del misterio de la Inmaculada concepción. Podemos afirmar, pues, que en los textos de la liturgia hispano-mozárabe, anteriores a la celebración de la fiesta de la inmaculada no encontramos explícitamente el misterio de su Concepción Inmaculada, pero s� hallamos todos los elementos que conducir�. a la Iglesia, en un desarrollo homogéneo del dogma, a esa definición. 4. Los textos de la fiesta de la Inmaculada Concepción Finalmente llegamos a los textos de la fiesta de la Inmaculada concepción, solemnidad que en el nuevo Misal se denomina "In diem conceptionis sanctae Mariae Virginis" 23. Como ya dijimos, los textos actuales, tanto de la Misa como del oficio, fueron aprobados en 1866 24, pero no son ajenos a la antigua tradición mozárabe. En el Misal de Cisneros encontramos una serie de formularios propios para esta fiesta. La oración post Pridie, "Virgo Dei Genitrix", la oración ad Pater "Domine Iesu Christe, qui sic virginem matrem" y la bendición "Exorata Virginis sacrae Mariae" están tomadas de la fiesta de la Asunción, con algunas adaptaciones 25. Las otras oraciones y textos se inspiran en diversas piezas mozárabes y visigóticas con las que compil� Ortiz el Misal de Cisneros, pero sus fuentes son menos claras. No podemos olvidar que en alguna ocasión Ortiz compuso diversos textos para suplir la falta de piezas litúrgicas en fiestas que no existían en la época visigoda o mozárabe. Algunos de estos formularios, como las lecturas y la oratio admonitionis pasaron a la edición de la Misa de 1866. El Oficio divino fue preparado ex novo en 1866, con apoyo en textos litúrgicos anteriores. Para Vísperas encontramos una serie de versæculos de salmos y textos bíblicos que han sido tomados de la tradición hispano-mozárabe, especialmente de los oficios de la Virgen María y de otras Vírgenes 26. No podemos detenernos en explicar cada elemento por separado, pero la idea que subyace siempre es ensalzar la gracia de María y suplicar su intercesión. En los textos de la Misa, junto con esa plenitud de gracia, se indica la relación que María ha tenido con Cristo y su misión en el misterio de salvación. La primera lectura está tomada Pr. 8,22-33, el psallendum o versæculo responsorial de Ps 44,5-6, en el que se subraya la belleza de la reina, aplicada a María. La segunda lectura, que en la primera versión de esta Misa se tomaba del Ecc 24,7-15 como una de las personificaciones de la sabiduría divina aplicada a María, ha sido sustituida por Gal 3,27-4,7, quizá para indicar mejor la estructura profecía-lectura apostólica de la liturgia hispano-mozárabe. Sin embargo, nos parece completamente injustificado haber sustituido el texto de la Anunciación Lc 1,26-28 por Lc 11,27-28, cuya relación con el misterio de la Inmaculada y con la liturgia hispano-mozárabe referente a María es menor 27. Es cierto que en el Misal de Cisneros se presenta el texto de Lc 11,27-28, pero también aparecía la lectura del libro del Eclesiástico, y sin embargo no ha habido inconveniente en sustituirla por otra. Las oraciones de la Misa siguen tanto pautas hispanas como al contenido de la Bula Ineffabilis Deus, con la que se declaró el dogma de la Inmaculada Concepción. merece la pena detenerse en algunas, presentando su texto completo y alguna referencia a sus fuentes y teología. En la primera oración, la oratio admonitionis se toma una oración del oficio matutino de santa Leocadia, pero sustituye la mención a la santa por la referencia a la Inmaculada concepción 28. Dada esta procedencia de la oración nos encontramos simplemente con una mención del misterio de la Inmaculada, pues el texto nos habla de la confianza en Dios y de su ayuda en la tribulación y el auxilio divino para evitar el castigo eterno. La oratio alia, en cambio, presenta un resumen de la argumentación teológica clásica a favor de la Inmaculada: pudo, era conveniente y así la hizo Dios, sin olvidar la referencia al proto-evangelio ni el paralelismo antitético Eva-María, tan característico de la liturgia hispano-mozárabe.
La post nomina es una adaptación de dicha oración en la fiesta de la Anunciación del dieciocho de Diciembre, sólo que en lugar de la encarnación y parto virginal, se hace referencia a la abundancia de gracia y a la liberación del pecado original en María 30: para referirse a esto último emplea el término contagium naturae, que no es ajeno a la tradición litúrgica hispano-mozárabe. Al mismo tiempo pone de manifiesto la profunda relación entre el misterio de la Inmaculada Concepción y la misión de María que captaron los redactores de los textos al recurrir a la fiesta de la Anunciación:
La illatio es la oración más desarrollada, y entre expresiones encomi�sticas a María hace un resumen de la teología que se encierra en este misterio mariano. Recuerda la costumbre que existe de saludar con Ave María Purísima, como muestra del sensus fidelium respecto a este dogma, la misión de María como Madre de Dios, para lo que era conveniente su Concepción Inmaculada y se detiene en el protoevangelio y el paralelismo antagónico Eva-María. Aunque sea un texto de composición reciente, es el que expresa con más detalle el sentido misterio de la Inmaculada, tal como se explica en la Bula del beato Pío IX, pero con un lenguaje y unos giros que no desdicen del estilo de la liturgia hispana. Es un texto bastante largo, pero merece la pena transcribirlo entero:
La oración post sanctus recuerda que Dios por la pasión de Cristo justifica a los pecadores, mientras que a la Virgen María la ha preservado de pecado, y pide por intercesión de la Virgen que los fieles se adhieran más y más a Cristo. El aspecto que se explicita es el caráter preveniente de la gracia, que brill� especialmente en el misterio de la Inmaculada, así como la relación entre el misterio de la Redención, operado por Cristo y la Inmaculada.
En cambio, la oración post Pridie está inspirada en la de la fiesta de la Asunción 34, y se dirige a la Virgen, para pedirle que, por su intercesión, los fieles, libres del pecado, puedan recibir los sagrados misterios y lleguen a la vida eterna. La oración que precede al Pater Noster comienza, al igual que la primera de la Misa, con las palabras iniciales de la Bula del beato Pío IX y pide a Dios que, ya que ha querido honrar a María en su Concepción, conceda fe a los cristianos para aceptar este misterio. En esta oración el punto que se pone de relieve es la revelación de este misterio gracias al Espíritu Santo, lo que supone aludir también al sensus fidei que movió a la Iglesia a interpretar algunas afirmaciones de la Escritura sobre la Virgen en el sentido de su Concepción Inmaculada.
La bendición de la Misa es la misma que aparece en Vísperas y laudes, y está inspirada en la bendición de Vísperas del día de la Anunciación, a la que nos hemos referido en uno de los apartados anteriores 36. Por último, la oración final completuria de la Misa está adaptada de la de la fiesta de la Asunción 37, sólo que en lugar de referirse a esa fiesta menciona la fiesta de la Inmaculada; en cualquier caso se solicita la intercesión de la Virgen para alcanzar la liberación de los males presentes y alcanzar los premios eternos. En resumen, podemos advertir con bastante claridad cómo en la Liturgia hispano-mozárabe, la misión de María en la obra de la salvación conlleva una santidad del todo especial que la separa del pecado; cada vez se tiende a distanciar más a María de las consecuencias del pecado original, y finalmente, ya en época moderna, se incluyen textos para celebrar, de manera explícita, el misterio de su Inmaculada Concepción. NOTAS 1.
Sobre la Inmaculada Concepción en la liturgia hispana, cfr. A. Pascual, «La
Inmaculada Concepción en la Liturgia visigótica», en Liturgia 9 (1954) 174-182;
L. R. Sotillo, «El culto de la Santísima Virgen en la Liturgia
Hispano-Visigótica-Mozárabe», Miscelanea Comillas 22 (1954) 89-192, para
la Inmaculada 168-173. Sobre la Virgen María en la liturgia Hispana, en general,
la recopilación de artículos de J. Ibáñez - F. Mendoza, María en la Liturgia
Hispana, Pamplona 1975. |